Acercar las personas a Dios



El valor del trabajo: Jesús trabajaba en el taller de José.



Esto es lo único importante en la vida: acercar las personas a Dios. Se da el caso de una monja de finales del siglo XIX, Teresita de Jesús,  que se recluye en un convento de clausura en Lisieux desde los 15 años. Pues bien, desde allí pudo ver la conversión de muchos gracias a sus oraciones, desde un condenado a muerte por la justicia, a misioneros a quienes no había conocido, supo acercarlos a Dios sin nunca haber hablado con ellos.

Ella supo darse cuenta del valor de la oración confiada desde a celda de su monasterio mientras tejía alguna prenda conventual. El amor al prójimo se puede ejercer desde cualquier punto de la tierra, y mientras se hacen otros trabajos, como recomendaba la otra santa Teresa, la grande, a sus monjas cuando estaba en la cocina: también entre los pucheros anda el Señor.

Dicho esto se entenderá la insistencia de san Josemaría de convertir el trabajo ---todo trabajo, pues no los hay de primera o de segunda-- en oración: desde nuestro lugar de trabajo se puede convertir el mundo. Y de paso, alcanzar la santidad en medio de ese mundo donde a cada quien le ha tocado vivir.

Al ver las cosas así, vale la pena vivir en gracia y no dejar pasar a una persona a nuestro lado para hablarle de lo más excelso de esta vida sin compartirlo con nuestros amigos: mediante el trabajo bien hecho podemos acercar a Dios aquellos con quienes convivimos. 

Es la gran oportunidad de la vida,, sin hacer cosas raras. Quizá ahora se entiende mejor la razón para que el hombre fue creado:  las primeras páginas nos dan el motivo: para que trabajara. 

De ahí que el trabajo puede transformarlo todo: amén de contribuir al bien común de la sociedad y ser fuente de subsistencia para la familia, al convertirse en oración lo santifica al que labora y puede aplicarse para mejorar la sociedad mejorando a cada uno de las personas que la componen. 


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