¿De quién es la tierra?


En el principio, Dios creó el cielo y la tierra. Está bien. Pero, ¿de quién es la tierra? La repuesta depende de a quién se le pregunte.

Esta pregunta hecha el día de hoy, nos plantearía cantidad de inconvenientes. Sin ir muy lejos, cada país cuenta con privadas y públicas historias donde queda pendiente el derecho de propiedad de la tierra, dentro de  alguno de sus límites. Este sería el caso de Gibraltar, por ejemplo, en España, por no metemos con la diminuta Andorra en los límites  de Francia y España, o el origen de Mónaco en la provincia francesa. Claro, si nos vamos a los tiempos más recientes, las tierras de los Balcanes o las del Medio Oriente, siempre en candente diferencias entre judíos y árabes. 

China y Rusia, cuentan con territorios inacabables, pero persisten en su interés a toda costa por la propiedad de Taiwán y partes de Ucrania.

Un buen socialista diría que la tierra es de quien la trabaja. Sin embargo, en el momento de la creación, el señor  les dijo a los primeros padres que "cultivaran" la tierra, no que se apropiaran de ella. De ahí se deduce que el hombre fue hecho para "trabajar", no para ser propietario de nada. No en vano, el "terra-teniente", no ha gozado de buena reputación, especialmente, cuando se dedica como señorito a regentar sin dar golpe, dando así paso en el siglo XIX a la idea socialista apuntada antes de dar posesión de la tierra a quien la trabaja.

La propiedad, como cualquier otra pertenencia, no es algo malo: todo depende del "uso"  hecho con ella. Por ejemplo, el régimen del kibbutz en Israel es un sistema de producción agrícola de estilo socialista, donde la propiedad se regenta por un comité y todos deben contribuir con su trabajo al bienestar de la comunidad. La propiedad es del Estado, y la administran quienes ahí laboran, una idea traída por los primeros emigrantes judíos venidos de la Diáspora, principalmente de Rusia, durante el siglo XX, la llamada primera aliyah (ascenso), subida a Jerusalem, situada a unos 700 metros de altura.

Mientras el "uso" de cualquier cosa contribuya al bien, personal o común, el derecho de propiedad pasa a un segundo plano.






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