Mañana será otro día

 



Puente de Arre, Navarra, España.



La cita no viene de una comedia ligera mejicana de mitades del siglo pasado, sino del gran poeta Calderón de la Barca (1600-1681). Es un canto a la esperanza, aun cuando los traspiés de la vida puedan incitar al abandono. Hay que cruzar el puente, para no quedarse sin saber dónde.

A comenzar de nuevo, o recomenzar. De eso se trata. El curso de la vida no es una línea recta de principio a fin. Por el contrario. Veamos un momento es sacramento del matrimonio. Se trata de una decisión libre de acomodarse a la gracia de la perseverancia, pase lo que pase. Es para siempre, precisamente, para no dejarse enredar en las garras del pesimismo. 

Seguir adelante hasta llegar a la cumbre: solvitur in excelsis, porque una vez allí se solucionan todas las cosas, se enjugan las lágrimas, los dolores y las carencias desaparecen, y renace la alegría el verse rodeado de tantos --miles, millones, miles de millones--  hombres y mujeres fieles.

No podemos dejarnos vencer por el desánimo, y se precisa de la gracia de la esperanza, siempre pendiente del fin. Como siempre, sin embargo, uno solo no puede. Se necesita el apoyo de los demás y, por encima de todo, de la gracia. 

Por eso podemos repetir, con Calderón de la  Barca, para no dejar cundir el desánimo: Mañana será otro día. El mismo autor de La vida es sueño.

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