¿La realidad importa?





Suena a cuento viejo. Pero, l
a indiferencia hacia la realidad está de moda; ella depende del color del cristal con que se mira, nos dice con gracia el poeta asturiano Ramón de Campoamor (1817-1901),  si bien llegó a ser gobernador en Alicante y en Valencia, por su visión "realista" de las cosas", sin colorearlas artificialmente.

Los esfuerzos y logros de los antiguos trascendían en la medida de su acercamiento a la "realidad". Esta era el quid de la cuestión. Primero se centraron en los elementos comunes aire, fuego, tierra y aguaI. Luego, sin olvidar estos principios, pasaron a centrarse en el hombre, y se afianzaron la filosofía y las ciencias, en especial la medicina de la mano de Hipócrates (siglos V y IV aC). 

Por eso, los avances de hoy tienen sus raíces en la evolución del "realismo".También los retrocesos. Cuando se abandona el camino de ver, pensar y hablar de las cosas tal como son, entonces, se da un estancamiento o, a veces, un retroceso en la búsqueda de fin  que siempre nos acucia.

Pero, nos podemos preguntar, ¿por qué a los hombres nos cuesta tanto aceptar lo que nos es dado, y, en cambio, aceptamos lo que se nos ocurre? Desde hace casi tres milenios, hombres sabios y sensatos, han recorrido con mayor o menor fortuna los mismos caminos, con menos comodidades en la mayoría de los casos, que ahora nos empeñamos en recorrer; sin embargo, no acertamos a descubrir algo nuevo, esencial para la vida del hombre, en nuestras idas y venidas. Se quiere disfrutar, a veces conocer, de cada paso dado, pero en el fondo no salimos de nosotros mismos, bien porque no sabemos o no queremos.

Ese dejar las cosas de lado, y, con ello, la búsqueda de lo esencial, del verdadero fin del hombre, encuentra una luz nueva en la vida de esos llamados "santos", que, desprendidos de todo, entonces se llenan de alegría contagiosa, capaz de animar a muchos a seguir el mismo camino, siempre en medio de la sencillez heroica del amor.

La alegría es atrayente, más que el "asombro" recomendado por Aristóteles para aprender", y resultado de haber buscado la verdad de las cosas. Al  final de ese camino, se encuentra en todo o en parte, eso que el hombre necesita para saber si su camino conduce al fin.

Es ver y concebir esa realidad más completa, y produce una alegría contagiosa porque se sale del "relativismo", esa plaga de moda donde todo da igual, y depende del color del cristal con que se mira.


 


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