Silencio sobre el Purgatorio: ¿Fundamento?



El Purgatorio es algo real, existe. No se trata de un lugar, sino de una condición del alma que, habiendo muerto en estado de gracia, no se ha purificado lo suficiente de las faltas por los pecados cometidos y confesados para gozar de la presencia de Dios. Por tanto, no es lugar, sino un estado temporal, no eterno, mientras dure la purificación, antes de pasar a gozar de la la vida eterna.

Es un dogma de fe, instituido como tal por la Iglesia en el Concilio de Trento.  La santidad de Dios exige expiación cuando las almas han quedado manchadas por el paso del pecado. Su justicia es terrible porque su Santidad es infinita. La mínima falta le disgusta infinitamente y exige una reparación completa. Por eso el temor del castigo no es en vano, y nos debe animar a orar por las almas de los que sufren y a desagraviar por las nuestras.  Sabemos que la más pequeña de las penas del Purgatorio es incomparablemente mayor que el mayor tormento de este mundo. Pero nunca debemos olvidar la también infinita Misericordia divina. Es, gracias a esta Misericordia, que las almas en pena ven con satisfacción su padecimiento porque se acercan cada vez más a su completa reparación y Dios se alegra con ellas.

Además, mediante los sufragios de los fieles vivos, se puede asistir a las almas en sus penas, especialmente mediante la Misa. Desde  el Antiguo Testamento se nos recuerda que, rogar por los difuntos en esta situación decrece la pena debida por sus pecados (2 Mach. 12:46). Ello nos prueba cómo la Misericordia divina se ejerce incluso cuando todo ya parece perdido o juzgado.

El temor del Purgatorio es bueno pues nos puede ayudar a reparar en vida los castigos merecidos en la otra vida. Las penas varían según los pecados y faltas cometidos. Por tanto, diferentes almas tienen  diferentes niveles de sufrimiento, siendo el fuego el más conspicuo y común de todos.

Sin embargo, la pena de "daño", causada por la ausencia  de Dios, es la más dolorosa. El alma se da cuenta de la ausencia de su máximo bien para el que está destinada.

Son muchos los casos de personas del Purgatorio que han aparecido en este mundo para contarnos sus penas, y, viceversa, muchos son también  quienes han visitado este lugar y nos han dejado escritas sus impresiones y concuerdan entre sí. Llama la atención que mientras estas visiones son detalladas, no sucede así son las de cielo, como fue el caso de San Pablo cuando fue arrebatado al tercer cielo y no podía proferir palabra sobre su visión., 

En este mes de Noviembre, dedicado a interceder  por las benditas ánimas del Purgatorio, podemos hacer un gran bien rezando por ellas y ofreciendo sobre todo el Santo Sacrificio de la Misa por su pronta liberación.





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