Crece el uso de las "redes sociales"; la mentira, crece más




En el atardecer de la vida, nos juzgará el amor.





Estamos viviendo momentos interesantes. De repente, nos han encerrado en casa. No se puede asistir a los servicios religiosos. Todos repiten el eslogan de "quédate en casa", hasta los niños.

¿Qué está pasando? No se sabe. Cada quien cuenta su historia particular. Sí a las mascarillas de protección; no, no sirven para nada por todas estas razones. Hay tantos contagiados y tantos muertos; no, no es cierto, son muchos más. Etcétera. 

No sabemos exactamente de dónde viene todo este enredo; presidentes de los países dan diariamente una conferencia de prensa. Pero, ¿desde cuándo se había visto tal cosa? Las noticias, monotemáticas: sólo se toca el tema del corona virus.

Déjenme entonces proponer una salida a todo esta revoltura. Sólo funcionan a tope las redes sociales. Comentarios, chascarrillos e  informaciones van y vienen sin parar, y las mentiras crecen a su paso.

El ambiente se ha llenado de mentira, en todos los ámbitos. Y nos preguntamos por qué.
En otros blogs he mencionado de pasada, una alocución breve del entonces cardenal Ratzinger. Razonaba así: Sólo un personaje de la Biblia no tiene nombre; se le conoce por un número: el 666. Las "redes sociales" funcionan con un sistema binario, es decir, numérico. Por tanto, el "padre de la mentira" se mueve en esos sistemas como el pez en el agua. Y si el mundo, hoy confinado, se mueve a impulsos de las "redes", no es de extrañar entonces, el creciente auge de las fake-news y de la mentira en todos los órdenes de la vida.

Los niños y adolescentes pueden dedicar entre 6 y 8 horas diarias a los teléfonos móviles y a las tablets. Si bien la educación comienza en la familia, los padres apenas pueden exigir un comportamiento que ellos mismos no guardan.

El ingenioso argumento de Ratzinger no es un dogma de fe, pero tiene mucho sentido en este mundo tan manejado por las nuevas tecnologías. Todos sabemos el bien que se puede realizar con ellas, pero ese no es el punto. El problema de fondo es el de la verdad.

Entre las causas podemos citar el "relativismo" o falta de "educación moral", etcétera. De acuerdo, pero la "mentira" sigue campando a sus anchas, y las redes sociales se prestan como nada, y como nadie, a este estado de cosas.

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