El "encuentro" celeste de María con su hijo Jesús y su esposo José

 


Hoy es 15 de agosto, día fijado para celebrar la solemnidad de la Asunción de María al cielo, como dice el dogma, en cuerpo y alma.

Es difícil imaginase ese momento, cuando su hijo Jesús y su esposo José, recibirían en el cielo a su madre y esposa María. Sin duda, en esa recepción estarían también sus padres Joaquín y Ana. Y rodeando la escena se podrían ver  la legión de ángeles, de quienes iba a ser su reina desde ese momento, y a todos los patriarcas y santos habidos desde el principio de la creación con Adán y Eva.

¡Vaya cortejo! "Admirabile dictu", maravilloso de decir,  que diría Virgilio. Tomada María de las manos por su hijo y el esposo, avanzarían por el curso de luz abierto por el Espíritu Santo, su esposo divino, quien como integrante de la Trinidad la llevaría hasta la presencia del Padre. 

Desde luego esta recompensa eterna es una premio a la fidelidad de la que sin ambages dejó abierta la totalidad de su persona al querer divino. Es la primera persona  de más algo rango en el cielo fuera de las tres personas trinitarias. Desde ese instante, su corazón agradecido se va a volcar a todos nosotros, porque, lo va a recordar muy bien, en la cruz, su hijo nos la dio como Madre. Entonces, una y otra vez, va a resonar en su alma virginal, las palabras dichas al bueno de Juan Diego, el indio a quien se le apareció como Virgen de Guadalupe: "¿Acaso no estoy aquí que soy tu madre?" Ella, a partir de su "encuentro" con la verdad total del porqué de su elección, daría la vida si ello fuera posible, por la salvación de cada uno de sus hijos, es decir, tuya y mía.

No nos podemos largar más en estas consideraciones, pues nos llevaría muy lejos. Pero, sabemos ahora que, si le damos la lata, como un niño, a la que es nuestra Madre, y ella todo lo puede, nosotros todo lo podemos con ella.


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