El diablo anda suelto, y la verdad y el bien parecen no ser tales


Sî, sin duda alguna. El diablo anda suelto, y así andará hasta el 
final de los tiempos.

No hace falta recurrir a hechos extraordinarios, que no faltan, para afirmarlo. El poder de su presencialidad va más allá de lo imaginable. 

Esta presencia del mal, sin embargo, nos remite al bien. Veamos. El don de la libertad concedido al hombre, consiste en la capacidad de elegir. Interiormente, en conciencia, se ve la contribución potencial de un acto humano al bien. Pero, y entiéndase bien, esta visión se aclara en mucho, cuando junto al bien se delinea su carencia, ese faltante cuya  presencia afea y deforma la realidad.

Los ejemplos sobre este particular, no faltan. La primera pareja humana, Adán y Eva, al consentir en la oferta satánica de comer del fruto prohibido, nos cuenta la Escritura, que "se sintieron desnudos". Esta consecuencia vino después del pecado. Pero, ¿qué ocurrió con su libertad interior, antes de consentir en la propuesta satánica? 

Consideró Eva la propuesta. El ser como Dios al comer del fruto prohibido frente a obedecer a Dios que le prohibió comer de ese fruto. El afán de ser considerada a la par de Dios  al asentir a la propuesta de un desconocido, pudo sobre la voluntad de acatar lo mandado a quien  le debía incluso el propio ser. Esta propuesta se parece mucho a la recibida por Jesús en el desierto por el mismo satanás: Todo esto te daré --y le mostraba el mundo desde un monte alto-- si postrado ante mí me adoras. La oferta de poder a cambio de hacer la voluntad del maldito (que sería una mentira al fin y al cabo). 

No en vano, en la oración del "padrenuestro" se enfatiza sobre todo el "hágase" la voluntad de Dios siempre, en todo lugar. cielo y tierra. Parece que este imperativo es el preferido divino, que dice "hágase" desde el principio y las cosas se hicieron, y María da su consentimiento con un simple "hágase" a la hora de concebir el hijo de Dios en su seno, y el Verbo se hizo carne.

Decidir otra cosa o titubear a las propuestas de Dios, da lugar al sinsentido. O admitimos que Dios tiene un plan (verdad) que va a cumplirse inexorablemente para lograr el fin propuesto (bien), o realmente estaríamos moviéndonos en el absurdo. Las cosas no son o son por "casualidad", sino son una cosa u otra por "causalidad", porque "alguien" así lo quiere.

Entonces, convendría acercarse a ese ser que todo lo puede, y decir con él "hágase". ¿No cree? Es el diablo quien pretende cambiar esta verdad (por una mentira) para no llegar al bien (por un mal).




Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra