Volver a empezar

 

Volver a empezar, creo que es el motor directivo de la vida de todo hombre, no importa cuál sea su edad, su cultura, su tiempo de paso por la tierra.

Los personajes más conspicuos de la historia lo fueron precisamente por su tesón en perseverar en la tarea comenzada. Por citar alguno: escribir como Cervantes, con humor, siendo positivo  en sus innumerables descripciones de los matices de la vida, después de perder un brazo durante la batalla de Lepanto, resulta un estímulo a la hora de retomar la tarea dejada a un lado, por cansancio, o porque  no se le veía muy atractiva para enseñar a nadie.

Hay muchos otros casos, pero no tan famosos. Como los de una madre, escondida del mundo en las labores de familia viviendo en una sola habitación de cuatro por cuatro metros, donde vivía con sus cuatro hijos, una de ellos la joven de 14 años, Bernadette Soubirous, a quien, en una fría mañana de febrero del Pirineo francés, 1858, se le apareció no sé si dieciocho veces, la Inmaculada Concepción, nombre dado por la también jovencita de la aparición  al preguntársele "quién era" de parte del párroco de Lourdes, pues ella le había pedido por medio de Bernadette que le construyera  una capilla. Bernadette falleció a los 35 años, víctima de varias enfermedades. Ingresó en un convento de monjas, donde se le apilaban las contrariedades, y ella siempre volvía a empezar. Ahora es santa.

La gran Teresa de Ávila solía llamar "contradicción de los buenos" a las ocasionadas por gentes de bien, pero causa de muchos males para la vida de fundadora de las Descalzas. Luego, san Josemaría hizo suya esta frase al comprobar su verdad en propia carne.

En fin, en toda familia de bien, por diferentes razones, se han dado siempre esa necesidad de "volver a empezar" y proseguir  con mucho  esfuerzo el camino trazado, en vez de dejarse llevar por la corriente de la moda, de la opinión pública y de quienes piensan sólo en el presente y en darse toda la satisfacción posible a los caprichos. 

Sólo quien sabe a dónde va, puede volver a empezar. Sí, claro: con ayuda.