Con las prisas se podría olvidar a Dios

 


Queda mucho por hacer en todos los órdenes, en parte, en lo referido al ámbito familiar. Decir tal cosa de la familia puede causar extrañeza, porque fue la primera institución original de la humanidad. Hombre y mujer, se hacen una sola carne para procrear y llenar la tierra. De esa primera familia venimos todos, por muy diversos que parezcan hoy la presencia de tantas razas, pueblos y culturas. 

Esto significa entonces que,  si se trata de cambiar el orden natural de la familia, se desordena el mundo y podríamos acabar con la humanidad. 

Hoy se nos quiere distraer con temas tales como el "calentamiento global", la "igualdad de género", la "sobrepoblación" y la "falta de alimentos", etc., pero se disimula toda la maquinaria de organismos nacionales e internacionales que tratan por todos los medios exaltar estos temas y banalizar  el verdadero problema como consecuencia del aborto, el control natal, la ideología trans y otros derivados de ellos como sería los programas de adoctrinamiento  introducidos desde la niñez en los sistemas escolares de los países.

Quizá uno de los problemas graves de nuestro tiempo consiste, no en mentir o desfigurar la verdad de las cosas, pues sería fácilmente detectable y causaría, aunque no siempre, quejas y despidos de quienes así obran. No, el problema de hoy consiste en decir la verdad de asuntos banales, y callar la verdad de lo transcendente.

Obrando así, no se falta a la verdad, pero se oculta lo esencial, y nos movemos en un mundo de ruido en las redes sociales donde cada quien se convierte en creador o propalador de superficialidades sin consecuencia alguna para el bien común.


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