Sé tú mismo..., pero ¡ojo! por si hay algún algoritmo que te está mirando

Sin duda alguna, "ser uno mismo" es una gran decisión. Sin doblez, descubiertos los pliegues del alma, de la personalidad, de las costumbres, tenemos la gran oportunidad de corregir nuestros defectos. Al contrastar esos modos con los propios de nuestra condición humana (no se trata de compararse con los del vecino), aparecen las carencias, las villanías, las mezquindades, en fin, la carencia de virtud.

Pero, hoy especialmente, vivimos en una especie de prisión donde se transparenta cada paso dado. Me refiero a las "nuevas tecnologías". Estas "tecnologías" no viven del aire. Por el contrario, sus ingresos dependen del tiempo empleado por  los usuarios en las "redes". Entonces, el negocio se logra captando nuestra "atención"  para permanecer mucho tiempo en esas "redes". 

De esta manera, un algoritmo registra todos nuestros gustos y querencias, y las alimenta al sistema central de, por ejemplo, Facebook, Google, o Twitter  y nos proporcionan las fotos, las noticias, lo vídeos a nuestro gusto. Claro, cuanto más nos gusta el surtido, más tiiempo tendemos a permanecer en la red. Esa "atención" prestada, se vende luego a las grandes compañías de publicidad, y acaban sabiendo todos nuestros gustos.

Hay un elemento de la psicología humana en el centro de todo ese modelo, bien conocido por Mark Zuckerberg y quienes como él lucran con nuestra "atención" a las "redes". Se sabe que la alabanza, el dar coba,  los halagos y el mostrar acuerdo delante de los demás, contribuye a soltar  una sustancia llamada "dopamina" en nuestro organismo. La presencia de la dopamina, nos hace sentir felices. Por tanto, tenderemos a repetir aquellos patrones de conducta que sabemos nos producen ese estado beatífico. Entonces, los likes, los me gusta, enviados por los amigos, contribuyen a ese ir soltando dopamina en nuestro sistema
y nos da la sensación de sentirnos bien, felices, extendiendo, como consecuencia, nuestro tiempo en las "redes".

Aquí reside el éxito, por ejemplo, de Facebook, con una comunidad de más 2 mil millones de usuarios. Los dueños de las "redes" no se preocupan de si lo consumido por un usuario es verdad o mentira. Si una noticia es falsa, por ejemplo, se la seguirán enviando a quien muestre cierta disposición a consumirla, bien por su edad, sus gustos, sus tendencias, etcétera. 

En fin, "ser uno mismo" es una virtud, pero debemos saber nosotros también delante de quién mostramos nuestra intimidad, tal como somos, guiados por otra virtud: la prudencia.

¡Ah!, sólo los creadores de cada algoritmo saben exactamente cómo funciona.





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