Está fracasando el diálogo en España por falta de argumentos








Podríamos decir que un  Parlamento es el lugar de la cátedra del bien decir, del debate perfecto, con el fin de llegar a un acuerdo sobre el bien común en el asunto tratado. Pero, en España, todos esos matices se han malbaratado.

La cátedra del bien decir, se ha convertido en el Congreso de los Diputados y en el Senado de España, en un terreno propicio para fomentar  el odio, debido a la violencia verbal de los representantes de los ciudadanos, donde se empeñan por todos los medios el no dejar hablar al contrario.

En todo debate civilizado, se consideran el "respeto" y la "prudencia" como las columnas maestras. Se puede llegar muy lejos, en el camino del bien común apoyándose en estos sólidos soportes; pero, esta solidez se mina cuando el interés general se ciega con la "soberbia". Los "argumentos", necesarios para calificar un intercambio de ideas como "diálogo", se vuelven irracionales al faltarles el contraste con los "hechos" de la realidad.

Al llegar a este momento, "todo se vale". Las ideologías campan por doquier, los empujones se incorporan al debate, y ni siquiera la "autoridad" del recinto, puede incorporar a los contendientes a la formalidad debida, al salir a colación la "sospecha" como si fuera un punto firme de apoyo apto para la confrontación personal.

De ahí a la declaración de guerra formal, sólo hay un paso, y no precisamente el de las Termópilas (que puede llegar hoy hasta 9 kms.). Sólo falta la presencia de un "mártir" para que la violencia verbal y el desacato salte a las calles en donde la barbarie no se puede parar. 

La "falta de respeto" indica el abandono de la "prudencia" en el debate. Y el poner "obstáculos" a una relación, indica "mala voluntad". Precursores de la "guerra".






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