Carta a los Reyes Magos: paz para España



Hay que seguir la estrella, sí, pero la que lleva a la paz de Belén.


Acabo de leer un artículo bien ponderado sobre un asunto controversial: la paz entre Cataluña y el Estado español. 

Si bien los conocimientos de este catedrático de Historia apoyan los fundamentos de esta disputa secular, el título de la presentación, quizá llevado de un "excesivo" realismo no acaba de vislumbrar la paz, pues, "los enemigos de la patria nunca cambian".

No le falta razón a este profesor, pero quizá le falta esperanza porque no tiene fe. Me explico. El titular del artículo nos recuerda a los "enemigos del alma". Estos sí, nunca cambian. El mundo, el demonio y la concupiscencia de la carne, nunca cambian, dada la naturaleza humana. Pero se les puede combatir con la ayuda de la gracia.

Sin duda, estos enemigos del alma, también se valen y mezclan en los asuntos  relacionados  con la política. En última instancia es el hombre quien se debe encarar con la "soberbia", la "prepotencia", el "afán de dominio" sobre los demás y las cosas.

De ahí ese afán de "salirse con la suya" de algunos catalanes y sus representantes. En los argumentos  de ambos lados se suele colar la "mentira", y así no hay manera de entenderse. Como el "diablo" está siempre al acecho en cualquier altercado con el fin de crear división, la mentira es su mejor arma de combate.

Unido a eso, la falta de humildad tampoco permite acercarse a la verdad de las cosas y de la historia. Al faltar el "orden" en los encuentros de ambos lados, las calles (nuevo parlamento para imponer la "razón" sobre algo) se llena de alborotadores profesionales del descontento , queriendo llegar a ningún lado a base de golpes y destrozos. 

Es el mismo método seguido por los "chalecos amarillos" en diferentes provincias de Francia, o el de los siempre dispuestos a romper el orden entre  francos y  separatistas de Bélgica. 

Se ha puesto de moda la calle cuando los parlamentos no funcionan como es debido: con orden, con respeto y queriendo llegar a un entendimiento en vez de una conquista del poder a toda costa.

Si se tratara de un genuino interés por el bien común se considerarían con más detenimiento los medios  para lograr los fines. Pero parece  desembocar en violencia cada una de estas manifestaciones callejeras. La estrategia en muchos de estos casos consiste en pedir algo en los límites del  absurdo, fuera de la Constitución por ejemplo, y, al no conseguirlo se monta un show con derivas mediáticas.

La paz  no camina por esas sendas. Deben aprender a seguir la estrella. Esa estrella conducente a Belén donde se oyen las voces hablando de paz.  Pero deja la "estelada" en paz.





Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra