La tierra parece un campo de minas

La tierra parece ser un campo de minas, y al preguntarme por qué, recuerdo esta conocida cita:

La piedra que han desechado los arquitectos (los artífices del mundo), ha venido a ser la "piedra angular".

Esta cita evangélica se ha repetido varias veces en las lecturas de  este tiempo de Pascua. Viene a colación porque los "sabios" de este mundo, se han hecho como dioses, después de desechar al supremo hacedor del universo.

De diferentes maneras, cada uno de los pasos dados en nombre del "progreso" acaban siendo un atentado contra la vida en alguna de sus manifestaciones. Los avances, permiten ahora a la mujer dejar de serlo, y renunciar en aras de metas más altas, a la maternidad dentro del matrimonio. Los hombres, por su lado, han torcido de tal manera  sus apetitos, que, como decía hace tan solo unos días el cantante gay Miguel Bosé, ya casi sin voz, en una reciente entrevista, ha tenido "sexo a lo bestia y drogas". Estas palabras suyas retratan sin paliativos la vida animal, cuando un alma se aleja de Dios, su creador y fin.

Se han erigido en dioses, sin temor a nadie ni a nada. Personas de talento, seducidas por los atractivos del mundo, ruedan por una pendiente cada vez más deprisa, y resulta difícil detener su desastrosa carrera en un camino empedrado y grasiento donde es extremadamente difícil ponerse en pie. Esta imagen resulta parecida a la contemplada por san Juan Bosco, cuando veía a los jóvenes del Oratorio por él fundado, resbalarse sin pausa hasta las mismas puertas del infierno.

San Juan Pablo II, poco antes de su marcha al cielo, escribió su última publicación Duc in altum (Guía mar adentro),  invitando a los jóvenes a surcar los mares de la gracia para ir en busca de la vida que no se acaba.

Cuando las personas quieren dejar de serlo, y se desentienden de la vida podrían quizá encontrar el triunfo y los placeres en una carrera desenfrenada, pero cada vez más lejos del fin propio del hombre.