En qué piensa un moribundo... consciente





Se le acaba el tiempo. De un momento a otro, el moribundo dará el último suspiro, y dejará esta vida. Sin embargo, con o sin dolor, aún puede cambiar su destino para siempre. Le bastaría enfocar un segundo el deseo, y proferir un acto, quizá el último, de confianza, como el Buen ladrón, donde una contrición perfecta puede borrar no solamente la "culpa" por los pecados cometidos, sino incluso la "pena" debida por ellos. De esta manera se entiende la sentencia de Jesús a este Buen ladrón, después de haberle solicitado que se "acordara" de él: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso".

En este estado, la voluntad se retracta, aunque no pueda proferir palabra, busca el perdón y la unión con Dios. El dolor de los pecados  siempre es finito, como también lo es la pena debida por el pecado mortal, pero tiene una virtud infinita debido a la caridad que lo informa. Por eso este acto se ha puesto al alcance del hombre, pues Dios quiere que todos los hombres se salven. Y al que hace lo que puede, él no le niega la amistad.

Debido a lo que el moribundo se juega en estos instantes donde la vida se le escapa, 
es decir, su salvación o condenación eterna, no conviene dejar el estado de la conciencia hasta el último instante, por el contrario, vale la pena frecuentar el sacramento de la reconciliación con el fin de guardar el orden debido, en vida, y conservar la amistad con Dios.



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