La paz del mundo pasa por la aceptación y el cariño al otro


Sin pensarlo siquiera un segundo, podemos afirmar que todos los hombres quieren la paz..., y ser amados. Luego, debe existir una relación entre estas dos querencias: ser amado y la paz. 

Saberse querido, da tranquilidad. Le importamos a alguien. Ese alguien estaría dispuesto a cualquier cosa, con tal de ayudarnos siempre a salir avante. Esa tranquilidad ayuda entonces a ordenar las prioridades de la vida; ya no todo da igual.

El saberse importante para alguien enuncia una predilección, como la expuesta en el Salmo II: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. Pertenecemos a alguien, no somos versos sueltos. Formamos parte de un plan. Un plan no ideado por nosotros. Se debe poner en práctica el contenido del "plan", cada quien el suyo. Por tanto, la paz no se consigue por iniciativa propia; es dada al aceptar el amor que se nos da. No basta sólo con "conocer", como los gnósticos, trayendo a colación retazos de filosofías griegas y religiones paganas: se deben practicar las exigencias del amor

El hombre puede con su razón elaborar un discurso para satisfacer sus propios caprichos, con independencia de la verdad dicha desde el principio. La idea general del gnosticismo se apoya en el conocimiento del hombre y quita y pone de la Tradición de la Iglesia, según la conveniencia de las personas y según los siglos y el lugar donde los líderes de estos movimientos militan. Así nos encontramos con personajes como Simón el Mago --contrincante De San Pedro--, Cerinto y Saturnilo en el área de Judea; y Valentín en Alejandria, Roma y Chipre. Es decir, su discurso iba floreciendo en los campos sembrados por el cristianismo. San Ireneo y Tertuliano  son algunos de los defensores de la Iglesia ya en el siglo II. 

La Iglesia por su parte crea programas de instrucción sólida para los primeros cristianos, además de expulsar a los proponentes de ideologías equivocadas y a sus seguidores. A partir de este punto veremos que empieza a  afirmarse con fuerza   el canon de la Sagrada Escritura.

Algunos de los errores del gnosticismo se han propalado hasta nuestros días.   Y el remedio contra todos estos errores, brotados siempre entre los más preparados intelectualmente,  tiene en la base dos aspectos: uno, el dejarse llevar por su propio "conocimiento" sin la humildad requerida para discernir la verdad de  la brillantez de las propuestas personales. En segundo lugar, no obedecer a la autoridad de quienes hacen cabeza en la Iglesia en cuestiones de teológicas y de moral es el camino para salir del camino de la vida.

Lamentablemente, ayer  falleció a los 93 años, el brillante y famoso teólogo suizo Hans Kūng,  compañero de Ratzinger en el Concilio Vaticano II, que, a pesar de las llamadas de atención por parte de la Jerarquía, no quiso rectificar  sus posturas erróneas respecto a lo que es la doctrina de la Iglesia.

En la obediencia se descubre con alegría la grandeza de saberse amado, y se puede reposar en un remanso de paz al saber que tenemos un lugar en el corazón de quien nos creó y nos ama. Estar a la espera de ese amor es muy propio de este tiempo Pascual.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

 


 



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