Ni siquiera hacen bien el mal

Este encabezado resulta provocativo. Pero, por favor, siga leyendo.

Hay una serie de personas y de países, que tratan de despuntar en sus afanes de prosperidad y desarrollo. Salir a toda costa de su pobreza secular. Sin que importen los medios, sin que cuente el sufrimiento que acarrean a quienes viven en su entorno; sin que el menosprecio de la libertad de las personas les acarree cargos de conciencia.

Suelen copiar el modelo a seguir de otros. Pero no aciertan a dar con el camino.

Ahí tienen el modelo cubano. Obviamente, después de 50 años de caminar por una ruta infame, no ha conseguido despegar en sus aspiraciones de pogreso siguiendo el modelo marxista a la caribeña.

El problema de un tonto ocurre cuando copia a otro tonto; así como un ciego cuando guía a otro ciego, es muy probable que acaben en el pozo.

Este es el caso de Venezuela. En unos pocos años han conseguido poner patas arriba al país, enemistando además a todos sus habitantes.

Miren el caso de Singapur. Acaba de fallecer su fundador, "padre de la patria": Lee Kuan Yu. Levantó la economía de la península a niveles increíbles: más de 62 mil dólares per capita, según un producto interior bruto de 297.000 mil millones de dólares y alrededor de 5 millones de habitantes. Todo en 50 años, a partir de cero, un terreno inhabitable de casi 700 kms. cuadrados.

El señor Lee consiguió "todo" esto a costa de la libertad de sus ciudadano, a quienes se les imponía un estilo de vida que se puede desgranar en cientos de anécdotas que parecen arrancadas de un cuento de pesadilla.

¿Hizo bien el señor Lee? Depende. Para él una cosa era la democracia, y otra el desarrollo. Él le apostó al desarrollo. Y lo consiguió.

El problema de señores como Maduro, de Venezuela, de los Castro en Cuba, de los griegos actuales, de Yemen y de tantos otros lugares que suspiran por el desarrollo, es que no saben realizar bien el mal que copian. Los medios a seguir nunca les importan a estos dirigentes.

Pero, si por lo menos, como en el caso de Singapur, hicieran bien el mal, otro gallo cantaría. Tienen lo que suelo llamar "vocación" de subdesarrollo. China, incluso, está enviando a sus mejores cabezas para que aprendan el modelo de Singapur.

Mejor sería hacer bien el bien, pero no todos entienden qué es el bien, y mucho menos que quieran hacerlo.

  


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