¿Por qué el ahora rey de Inglaterra elige llamarse Carlos III?


En primer lugar, elige llamarse "Charles III" porque su nombre es Carlos. Así lo bautizó su madre, la reina Isabel II. Habría que preguntarle a ella por qué eligió tal nombre. 

Posiblemente Isabel II llamó así a su primer hijo por gusto. Le pareció bien, con independencia de la historia de Inglaterra detrás de ese nombre.  El antecedente de nombre lo encontramos en Carlos I (1625-1649), no el de España, el emperador, sino  el hijo de Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia y  de Ana de Dinamarca,           casado con Enriqueta María de Francia, católica, que ejerció notable influencia en su viuda. Fue ejecutado en 1649, y tras la Guerra Civil Inglesa, la monarquía pasa a ser una república, durante dos años, bajo Oliver Cromwell. Su hijo, Carlos II (1630-1685) casó con Catalina de Portugal, y, aunque su religión era anglicana, en su lecho de muerte optó por la religión católica. Era también duque de Cornualles y Príncipe de Gales, títulos adoptados por el nuevo rey cuando era "sólo"  príncipe heredero. Fue el primer católico que gobernó Inglaterra desde la muerte de María I en 1558. En su reinado se fundaron los partidos Tory (conservador) y Whig (liberal) y sostuvo una buena relación con el Parlamento.

De entre todos estos datos, resumiendo la vida de sus ancestros por razones obvias, llama la atención el matrimonio civil del príncipe Charles con Camilla Parker Bowles, católica, ya casada y con dos hijos. Sin embargo, no se espera que Camilla ejerza influencia alguna en su consorte pues, ella, siendo católica dejó de serlo para seguir al entonces príncipe Charles. Asimismo, tampoco se espera influencia alguna del ahora Carlos III en términos de alterar el rumbo de la política del país, pues la monarquía parece bien asentada entre el pueblo inglés, sin necesidad de restaurarla como hizo su antecesor Carlos II, ni tampoco necesitará asombrar a nadie convirtiéndose como él al catolicismo en su lecho de muerte.

En fin, son otros tiempos. El nuevo rey Charles III, sin despegar un ojo de la longeva herencia materna y de las reacciones del pueblo inglés y del Parlamento, no tendrá tiempo de mirar al pasado para inspirarse en el nombre, Carlos. 

Su éxito no va a depender del pasado, sino de lo que, a partir de ahora, él haga con su vida y con su trato a la ciudadanía. Este aspecto sí deberá cuidarlo si de veras quiere seguir siendo Carlos III.


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