Causas del malestar social

El malestar social entorpece sin duda la convivencia. Quizá siempre lo ha habido.  Caras largas, ademanes bruscos, sonrisas apagadas, querer siempre salirse con la suya, respuestas cortantes no exentas a veces de insultos, son algunas de las manifestaciones en casa, en la familia y en la sociedad abierta. Se quiere medir todo, el éxito y el fracaso, según un baremo económico solamente: tanto tienes, tanto vales.

Como si de repente todos se hubieran vuelto  desconocidos, como si siempre uno tuviera la razón en todo. Incluso en el deporte, en los estadios, el comportamiento del público dista mucho de ese deseo de convivir en una experiencia entretenida y agradable.  

Conflictos y litigios no faltan, tanto en la vida social como en la familia. Pero es en el seno de la familia donde se gestan los, al principio casi imperceptibles desajustes, como sería el caso de la ausencia de una madre en su seno, que, con el tiempo, se forja en los hijos un carácter desconfiado, distante y agresivo.

Aquí nace, según nos parece, ese no saber vivir en paz. Y no se sabe porque nunca se aprendió de quienes deberían haberlo enseñado, principalmente con el ejemplo.

En la actualidad, el papa Francisco no ha cesado de insistir en ese bien base de la sociedad que es la familia. En esto ha seguido la línea trazada por los pontífices anteriores. De manera especial, destaca San Juan Pablo II sobre todos ellos, pues dedicó las dos terceras partes de sus más de 8 mil páginas, al apartado de lo familiar.

Y se pretende conseguir la paz cuando son millones de cabezas cercenadas  mediante el aborto todo el mundo; en especial, destaca la postura del presidente Biden, cuya postura en este tema deja sin palabras, atónitos, a los católicos al consentir este crimen en su país confesando que su religión es la católica. Con qué argumentos va a persuadir al presidente ruso Putin de respetar las fronteras de Ucrania, si él no respeta la línea entre la vida y la muerte. Desde luego, no es un ejemplo para nadie.