La Torre de Babel: ¿Pasada de moda?


Torre de Babel, Pieter Bruegel, el Viejo
(1525-1569)






El episodio de la Torre de Babel, es bien conocido:
                 
                "Entonces de dijeron unos a otros:
                 --¡Vamos a fabricar ladrillos y cocerlos al fuego!
                     De esta forma, los ladrillos les servían de piedras y el asfalto de argamasa.
                 Luego dijeron:
                 --¡Vamos a edificarnos una ciudad una torre cuya cúspide llegue hasta el       
                 cielo! Así nos haremos famosos...." (Biblia de Navarra, Gen 11,3-5).

Aquí se halla, de forma sucinta, el gran pecado del hombre de todos los tiempos, desde el Paraíso hasta hoy. Estos personajes no niegan de ninguna manera la existencia de Dios. Por el contrario, se quería llegar a él, "hasta el cielo".

Pero querían lograrlo, a su manera, a base de puños, con su esfuerzo únicamente, sin contar con Dios. Les interesaba solamente su "fama", ser admirados por los demás. En el fondo, era una manera de suplantar a Dios, al que querían alcanzar, haciéndose tan poderosos como él. Es la misma historia de Adán y Eva.

El "prescindir" de Dios, valiéndose del trabajo en el desarrollo de las artes y de las ciencias, el tan manido "progreso", especialmente a partir del siglo XVIII, permite a hombre conseguir lo que se proponga. Por ejemplo, se acaba de llegar a Marte, y se impone usar el nuevo término: "amartizar". La conquista del resto del "espacio" es sólo cuestión de "tiempo". 

Ya nada parece imposible. Aunque de momento, tenemos suficiente "confusión" con le virus de la pandemia. La desunión está por doquier: en los pronósticos; en los remedios; entre laboratorios y  gobiernos a raíz de un reparto más equitativo de vacunas;  entre gobernantes y gobernados; y entre padres, hijos y los sistemas educativos. 

Es como si se volviera a repetir  la sentencia  divisiva divina, a modo de castigo, después del levantamiento de la torre de Babel: "Bajemos y confundamos ahí mismo su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros" (Ibid. 11, 7-8). 

Resulta difícil sustraerse a este paralelismo de división creada debido al engreimiento del hombre. En la expulsión del Paraíso, se anuncia la "división" a nuestros primeros padres: "Pondré enemistad entre ti y la mujer entre su linaje y el suyo". Es decir, además de quebrantarse la paz entre el hombre y la mujer, habrá "división" permanente entre la humanidad y el mal (refiriéndose así a la mujer y la serpiente).

Cada vez que el hombre se sale con la suya, esto es, el desentendimiento de los planes de Dios en su creación, el hombre y el mundo se salen de quicio, aún después de haber llegado a Marte.



















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