¿Fue feliz Maradona?


Hasta el día de hoy han durado las manifestaciones en Argentina a favor de Diego Armando Maradona fallecido el 25 de noviembre pasado a los 60 años de edad, un total de 12 días, llenos de algarabías, dolor y violencia.

¿Se merecía este personaje todo esta manifestación después de su muerte? O, mejor: ¿fue este famoso jugador de fútbol un hombre feliz

Boecio nos dice que la felicidad consiste en cinco elementos, según nos cita Tomás de Aquino en la Suma contra los gentiles (Libro I, CII): en los placeres, riquezas, poder, dignidad y fama. 

No cabe la menor duda acerca de la "fama": la tuvo a raudales desde su juventud, y los miles de personas aclamándolo en todo el mundo son prueba fehaciente de ello. Respecto a los "placeres" los media han dado cuenta puntual de sus correría por medio mundo. Los contratos de diferentes clubes darían testimonio de sus "riquezas" a raíz de sus contratos millonarios por jugar o solamente por su presencia en alguna celebración. Tampoco le faltó "poder" a quien desde joven hacía lo que le venía en gana, sin que nadie rechistara a sus caprichos. Pero no resta hablar de la "dignidad".

En principio, toda persona, por el mero hecho de ser, posee la "dignidad" propia, no debido a sus méritos, sino a la "semejanza" con su "hacedor". Pero la "dignidad" puede perderse o disminuirse debido a las obras realizadas por la persona en concreto. Mientras hay obras "dignas" de esa "semejanza", otras, sin embargo, "desmerecen", al punto de llegar a anublar esa "semejanza" con la divinidad. De ahí, por ejemplo, la falta de "respeto" a toda persona es un deber primordial con el prójimo, y nadie puede juzgar a los demás, pues desconoce el móvil de sus acciones. 

Sin embargo, las acciones pueden llegar a enturbiar el parecido de las criaturas con su "creador". Este podría ser el caso de Diego Armando Maradona. Sin juzgar la bondad o maldad de sus actos, se pueden citar innumerables conductas indignas de esta estrella del balompié.

Por esto, podemos concluir, que aunque tuvo bien patentes cuatro de las condiciones citadas por Boecio para alcanzar la felicidad, se suele olvidar la de la "dignidad". Todos estamos llamados a ser felices, pero el conseguirlo, depende de las obras, del amor  puesto en cada una de ellas.

Sólo la "perversidad" de la voluntad desvía de aquello en que consiste la verdadera felicidad, al querer ser feliz mediante presentaciones con las que se engaña y se da como "fin último" lo que de ninguna manera puede serlo. Por supuesto, toda creatura tiende a ser feliz, es decir, no  puede querer no serlo. Y desde luego ese fin no se encuentra en los placeres "corporales". 


Comentarios

  1. Hola Carlos Sánchez Ilundáin, sólo quiero saber si eres el mismo que estuvo en Minneapolis en los años 1973... Yo me llamo Javier Gainza Echeverría. En ese tiempo estuve estudiando en la Universidad de Minnesota y un buen amigo mío se llamaba Carlos Sánchez Ilundáin. Despué lo perdí de vista...

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