¿Qué pasa en Ucrania?

 


Los medios de comunicación, las redes sociales, van transmitiendo con palabras e imágenes significativas los avatares de la guerra de Ucrania. Pero no acabamos de saber bien por qué Rusia ha decidido emprender una lucha tan desigual contra unos vecinos aparentemente pacíficos.

Por ejemplo, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa mantiene que la invasión rusa de Ucrania  se debe a los  valores occidentales, en especial a los "desfiles del orgullo gay". Putin, por otro lado, centra la principal razón para invadir el país vecino en su decisión de pertenecer a la OTAN. Y la visita de Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos a Polonia, incapaz de articular una razón coherente se su visita, ha dejado claro su incompetencia para esa misión de apoyo a Ucrania en la entrevista con la prensa mundial, donde el país norteamericano no tiene intención alguna de involucrarse más en el conflicto de Ucrania.

Mientras, voluntarios de tantos países han decidido militar activamente en la guerra ayudando a Ucrania, y el mundo se lamenta de los ataques indiscriminados de Rusia a puntos indefensos de varias provincias ucranianas, viviendas habitadas por la población civIl, y  una maternidad de la que el ministro de asuntos exteriores ruso descubre que estaba tomada por el ejército ucraniano. 

Nadie reclama a las fuerzas de la OTAN que se involucren militarmente en el conflicto, y si bien su potencial bélico es inferior al de Rusia, supondría una clara afirmación de las potencias occidentales en favor de Ucrania, dejando así de lado las iniciativas de países particulares en la contienda, que restan siempre contundencia a su intervención.

Se sigue discutiendo si hace falta una consagración al corazón inmaculado de María del país ruso, pues, según algunos,  no se hizo explícita en las consagraciones anteriores. Por supuesto, sabemos del poder de la oración y de la eficacia de cumplir lo pedido por la Virgen y la contundencia de los castigos anunciados en caso de no hacerlo, como ocurrió con la Revolución francesa después de haber pedido la Virgen la petición por Francia desde Luis XIV a Luis XVI sin resultado alguno.

Desde luego, los países en conflicto deben dialogar. La guerra no resuelve nunca nada. A veces, una parte se tiene que defender debido a los ataques de la otra parte, pero la destrucción llega a límites insospechados cuando la paz no se logra de inmediato. 

En la guerra, siempre las consecuencias van mucho más allá de las previsiones.

Con independencia de las mil razones explícitas o no de esa guerra entre Rusia y Ucrania, seguiremos rezando para que se ponga pronto un fin a tanta maldad y muerte de personas inocentes. La oración es siempre eficaz.



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