La educación tras los pasos de Bertrand Rusell


Bertrand Russell (1872-1970), premio Nobel de "Literatura", un disidente emprendedor de la educación moderna.




La izquierda en diferentes partes del mundo, aplaude, gestiona, presiona para establecer de una vez por todas una escuela regida por el Estado, donde no haya límites, pues, esas prácticas, acabarían encorsetando la mente de los pequeños aprendices.

Que los niños elijan, que hagan lo que les parezca con su cuerpo, que disfruten de las maravillas del placer desde su más tierna infancia. Claro, algunos maestros ya se quejan de las dificultades de gobernar un salón de clase así. Pero debemos preparar a los niños para que puedan alternar en las fiestas organizadas en las grandes ciudades, como las de la alcaldesa Manuela en Madrid, de la mano de la presidenta Cifuentes.

Apertura, libertad, prohibido prohibir, ecos de ayer, de 1968.

Pero ninguna de esas peticiones es nueva. Basta mirar cómo, ya en 1927, el gran intelectual Bertrand Russell y su segunda esposa (de las cuatro que tuvo) abrían una escuela de avanzada, donde los niños y las niñas se bañaban juntos, corrían desnudos por el parque, leían lo que bien les parecía y estaban prohibidos los castigos. Fue un fracaso y tuvieron que cerrar, según nos cuentan  los autores Reale y Antiseri en sus volúmenes de historia del pensamiento filósofico y científico.

Sin duda, esos programas eran atrevidos, si bien en la línea de algunas propuestas contemporáneas.

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