El problema de la vida (y de la muerte) en México (y en otros países).

Se acaba de descubrir en el Zócalo, centro de la Ciudad de México, los restos de un lugar destinado para los sacrificios humanos  de antes de la Conquista. La plataforma para este fin,  adornada por cráneos de niños y adultos. Según parece, los antiguos aztecas del Valle de México, sacrificaban sus víctimas a los dioses sin hacer remilgos a la edad.

Hoy parece que la costumbre continúa. Desde la "Guerra Cristera" (1926-1929) hasta hoy, la matanza de niños no se ha detenido. (De paso, el papa Francisco acaba de canonizar al niño José Sánchez del Río, de 15 años,  martirizado en esa guerra en 1927).

Una periodista mexicana** acaba de publicar las cifras de niños desaparecidos y muertos recientemente en diferentes puntos del país mexicano. La costumbre se ha mantenido a través de los siglos. Hay muchos datos y estadísticas sobre niños muertos y desaparecidos, pero las cifras no concuerdan y se presentan de forma no comparable. Quizá el INEGI, institución para-estatal proporciona las cifras más fiables sobre este particular.

En los últimos 9 años (2007-2016) han desaparecido más de 25 mil menores  y adolescentes. Un porcentaje indeterminado de ellos, se dedica a la explotación sexual; otro, a la venta y tráfico de órganos. La suerte de esto últimos, exportados a Estados Unidos para realizar transplantes, es macabra. También se conoce el número de menores de 5 a 17 años, trabajando: un 8.6%, equivalente a 2,5 millones de los 39 millones de niños, niñas y adolescentes (INEGI) en México en el año 2015.

El Secretario de Gobernación, Osorio Chong, es determinante al señalar los dos principales problemas de la población. Debemos hacer algo con el gran problema del envejecimiento, dice el mandatario, encargado de velar por la población. Asimismo, muestra su "benevolencia" al  considerar las dificultades de los 22 millones de niñas entre 10 y 19 años debido al riesgo de un embarazo.

Para éstas, se requiere llegar a tiempo con los anticonceptivos de rigor; así reducirá a la mitad la tasa vigente de embarazos, y se pretende erradicar para 2030 todos los embarazos de las menores de 14 años. En el caso del envejecimiento,  un segmento de la población improductivo y costoso, representa un problema creciente  para "proteger y asegurar" la vida y la "salud". En ambos casos se trata de una asunto de salud pública, competencia del Estado.

Sin embargo no se menciona en esta fecha de "mundial de la población", auspiciada por la ONU, que la reducción de nacimientos produce el envejecimiento  de la población, como ya se ve en los países europeos, incapaces ya casi de generar los recursos para mantener a los de mayor edad, por falta de jóvenes capaces de trabajar. El Estado, ante estas circunstancias, suele aflojar la mano para aprobar la ley de la eutanasia.

En otro apartado, se conoce el número de ejecutados en México entre la toma de posesión  (2012) del presidente actual, Peña Nieto, y 2015: más de 78 mil en tres años. Sin embargo, esto no parece representar  un problema de población.

Suena el señor Chong como la canción entonada por Naciones Unidas desde 1994. En la reunión de Pekín un año más tarde se diseñó el plan para acabar con los males de la mujer y con quienes se oponen a esos planes concebidos en El Cairo. Para el financiamiento de esos programas se prestan de voluntarios algunas de las grandes fortunas de la tierra, comenzando por Bill Gates y su querida y hacendosa esposa, Melinda.

En resumen: Cuando el Estado empieza a  ocuparse de la vida, suele aparecer en el horizonte el problema de la muerte.


** http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/columna/katia-dartigues/nacion/2016/02/2/los-muchos-ninos-muertos

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