¿Fe o Teología? La fe no se interpreta; la teología es interpretación.

Se ha puesto de moda incluir dentro de los programas televisivos, la presencia de expertos en Teología para discutir las diferencias entre ellos y para salir al paso de las nuevas corrientes del pensamiento religioso en estos tiempos.

Por una parte, no está mal. Sacudirse de encima la teología como si fuera un pulguero, no dice bien de la tan cacareada apertura mediática en un un asunto donde tantos se arriman sabiendo tan poco. Pero, por otro lado, es común ver el trato desaprensivo dedicado a esta rama del saber llamada Teología cuando de ella se habla en los media.

Con la apertura de los media se ha colado la brisa, viento huracanado a veces, de la incredulidad. Se ha querido equiparar la fe con la teología. Tras esta concesión con ánimo de dialogar, se esconde un error de bulto. La fe es una; teologías puede haberlas tantas como autores.

La fe es una escucha; la teología entonces, interpreta, en el mejor de los casos, cuando se apega al texto, lo dicho al hombre para que conozca el "camino" conducente a la "vida". ¿Pero escuchar, qué?

La palabra. Una palabra anterior a cualquier lenguaje. La palabra "era" antes de todo lo demás: el "principio". La expresión de uno mismo. Nada había fuera de la palabra. La palabra era él (En la lengua hebrea "el" significa Dios, toda una coincidencia).

Los textos vinieron para recordar la palabra. Pero al ser considerados por un lenguaje se ceñían sin agotar nunca la totalidad de lo expresado por la palabra. La palabra dicha se acepta sin más: se escucha. De esta manera, quien la escucha va conociendo a ese él, la persona que le habla. Y conoce sin ir a una escuela: es esa gran alegría de los pastores de Belén, apta para todo el "pueblo".

El teólogo, sin embargo, interpreta los textos, cuando acude a ellos; pero se puede también interpretar a partir de textos cuyo origen no está en la palabra, sino en formas de decir de cada lenguaje. Son "cisternas agrietadas", cuyo contenido se pierde por ellas.

De esta manera, la teología es una ciencia, en nuestro caso, de la palabra. La "sola fe", la "única", inabarcable por el hombre en toda su dimensión, trata de escudriñar los contenidos del texto con el fin de irse aproximando a la verdad encerrada en sus expresiones lingüísticas.

Entonces, palabra significa, es, realidad. Al transcribirla se adecua a los mil lenguajes humanos. El intérprete plasma su visión en la "teología" al leer los textos. Pero es la fe de la gente sencilla, también idónea, donde al escuchar se roza con la verdad de quien es desde el principio.

Es de aquí donde al ir buscando en serio a la luz de la fe, surge la verdad  medio de tantas interpretaciones de cada lenguaje, de cada teólogo. Sólo así, de la multiplicidad surge la unidad.











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