Cuando sacamos a Dios de la vida

Cuando nos preguntamos el porqué de tantas tragedias, grandes y pequeñas, en la vida personal, familiar y social de los hombres podemos ir a la búsqueda de sociólogos, filósofos y científicos para encontrar una respuesta adecuada al problema.

Casi sin dudar de sus conocimientos, nos adentramos a un lugar de conjeturas válidas cuando indagamos el deterioro de tantas costumbres recias encontradas en las vidas de una comunidad de personas.

Ahora se reúnen los países del G-20 en Hamburgo. Alemania, como país anfitrión, no quiere problemas, pero la sola presencia de los jefes de estado tan conspicuos atrae a los media del mundo entero, "por si pasa algo". Y los protestantes, jóvenes inconformes por "algo", aprovechan esa presencia mediática para exhibir sus cuitas y exhibirse también ellos. Siempre en medio de brotes violentos de alcance medio, aunque todos los ingredientes se dan para la "tormenta perfecta".

No se va a llegar a ningún acuerdo. No somos brujos, pero si cuando se dio  la reunión del G-7 nose llegó a nada, al aumentar el número de participantes se disminuye la probabilidad de consolidar una propuesta puntual. Sí habla declaraciones amplias, generales, de buenos deseos. Ni santa Teresa ni Lenin quieren una guerra, queda claro. Pero se están dando continuamente provocaciones, amenazas y guerras imparables con la aquiescencia de los países asistentes.

Por ejemplo, la venta de armamentos de todos los calibres se propicia por los mercaderes de los países más poderosos del orbe reunidos para hablar de paz.

Aunque supone un salto de escenario, hoy comenzaron las fiestas de san Fermín, un santo de quien se sabe bastante poco, excepto que, quizá, fue bautizado por san Saturnino con el agua del pozo situado a las puertas de la iglesia  de su nombre. Pero al ver el ambiente de desmadre reinante en la plaza Consistorial de Pamplona, antes de las doce del mediodía, del día 6, víspera del santo, hora del chupinazo, el cohete lanzado desde el Ayuntamiento, para separar la parsimonia de la vida tranquila de una ciudad de 170 mil habitantes del jaleo  a partir de ese momento, en una plaza estrecha, donde confluían  en la Edad Media los tres barrios de la ciudad, se instalan alrededor de 10 ó 12 mil personas, unas cinco por metro cuadrado.

El vino y otras bebidas se vierten a cualquiera de los circundantes por el mero hecho de estar ahí. Se vocifera, se dan saltos sin parar de arriba a abajo sin moverse del sitio, y las cámaras de fotos y de televisión, protegidas con plástico, hambrientas de realizar esa "toma" excepcional, representativa de la fiesta, con sólo un lugar para los espectadores encaramados en los balcones de los edificios alrededor de la plaza. Se consolida la falta de cualquier virtud humana, excepto la del "vociferar".

Pues bien, en estos dos ejemplos, distantes en el espacio pero coincidentes en el tiempo, se nota la ausencia de Dios. Todos los ataques y declaraciones de uno y otro lado, los amigos de la fiesta y quienes van en su contra porque la ciudad reunirá a un millón de personas de todas partes del mundo, y la marchas de protesta por las calles de Hamburgo y el desfile de políticos de alta gama junto a sus decenas de acompañantes cada uno, resulta en una imposibilidad de respeto mutuo en las calles de Pamplona, y de moderación en las reuniones políticas en Alemania.

Cuando no se parte de una base firme de valores común a los participantes, el punto de vista ético necesario para normar la conducta de las reuniones se hallará ausente, como una medida además de libertad (mal entendida) en esas reuniones para no atraer adjetivos medievales teñidos de "obscurantismo" sobre las cabezas de quienes sólo desean disfrutar sin límites o salir ganando en cada confrontación personal entre los países y sus representantes políticos.

El hombre al alejarse de su creador, va desapareciendo su hombría. Es el relato diario de los media, que sólo reportan violencia y  delitos sexuales (a veces provocados por ellos mismos). En un clima así, no suelen florecer acuerdos firmes, sino anécdotas sin fuste en un mar de disquisiciones cacareadas por los media.

¿Desesperanza? No. Es el realismo de la deshumanización.












Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra