Las ventajas de ver lo bueno de los demás

 Llama la atención ver la cara de un niño desde sus primeros meses de vida con la sonrisa franca, abierta a todos, que nos empuja también a nosotros a sonreí. 

Sin duda, ven lo bueno de convivir con los semejantes, sin que importe su estatus social, su parentesco, su presencia efímera en la relación. Es otro como yo, parecen decir estas criaturas, y eso me basta para mostrar mi contento. 

¿Qué ocurre con el paso del tiempo, al dejar la niñez? No todos, ni siempre, pero el gesto se empieza a ensombrecer porque advertimos algo en el otro que no nos parece bien, o no nos gusta. Evitamos la mirada o el encuentro con esas personas a las que calificamos como desagradables, pues nos "caen gordos".

Ahora, con el cruce y mezcla de culturas, razas y lenguas, aparecen más y más quienes no merecen nuestra atención cordial en cualquier momento de nuestro quehacer diario. Excusas no faltan: tengo mucho trabajo, no viene al caso perder el tiempo con quien no me va a entender, y si, sobre todo, acompaña la rémora de desavenencias  el el entorno de lo familiar. 

Ver lo negativo  del entorno familiar, social o de trabajo, ilustra las carencias de la vida personal, impensable en la vida del apenas nacido cuando se le proporciona toda clase de cuidados. 

La manera de contrarrestar esta tendencia estriba en olvidarse un tanto de uno mismo y dedicarse a ayudar a los demás en las mil necesidades que arrastran. Una de estas ayudas consistiría en hacerles ver el fin de su vida aquí en la tierra. No estamos  viviendo, por supuesto, por voluntad propia ni somos fruto de una evolución sin sentido. Estamos queridos por alguien que nos quiere de veras y desea prestar toda la ayuda necesaria para alcanzar la felicidad, que no es una creación personal, sino una definición precisa de nuestra razón de ser.

Al obrar así, además de ayudar a quienes nos rodean, estamos ayudándonos a nosotros mismos pues veremos lo mucho que tenemos por hacer en beneficio de los demás, y dejaremos de lado tanto preocuparnos por lo que nos falta. Así, al ir mejorando al prójimo, próximo, iremos descubriendo el impacto que podemos tener en nuestro entorno y, de paso, al ir mejorándolo, iremos viendo las ventajas de ayudar a cambiar la realidad para bien. 

Y aparecerá la sonrisa de cara a los demás, aunque nos cueste.






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