Estrategias para superar el miedo o las dificultades


Opiniones hay muchas. Verdad sólo una. ¿Y que hay entre medio? Acaso la tierra de nadie. El ver y el hacer necesitan unirse. Esta unidad se logra mediante el amor.

Jugar a las opiniones es como leer un periódico. Sin comprometerse con nada, el redactor recoge o inventa las llamadas noticias del diario en donde trabaja. No se puede dejar de lado el interés del público; por eso se le procura alimentar cada mañana con un conjunto de informaciones llamadas a coincidir en parte con las aficiones de los lectores. Si se reclama al autor, nos dirá que se trata de opiniones, y que mañana se publicarán algunas más, y la libertad juega todo un papel en dejarla al albedrío del lector.

En última instancia, se trata de familiarizarse con las cosas pequeñas de cada día y, en vez de evitarlas, empeñarse en sacarlas adelante, bien quitándolas de en medio porque son un estorbo para conseguir un propósito concreto, o bien incorporándolas al proceso para perfeccionar el acabado de una meta. En definitiva se trata simplificar un proceso adecuándolo al fin deseado.

El miedo juega un papel importante en estas decisiones. Abandonar algo previsto o incorporar lo inesperado implica siempre un riesgo, porque implica en ambas situaciones de un cambio imprevisto. Se trata de cambiar una decisión tomada,  y para ello se debe dejar de mirar atrás y aceptarse a sí mismo aunque pueda resultar en  un fracaso.

El punto es saber a dónde se dirige la persona, y, después, los reclamos y llamamientos del camino se desestiman o no dependiendo de si su incorporación al itinerario  ayuda a conseguir el fin previsto con mayor holgura aunque cueste más esfuerzo. La santa celebrada ayer, santa Rita, patrona de los imposibles, solía quemarse con la llama de una vela cuando le asaltaban las tentaciones contra la castidad, que eran frecuentes, porque había tenido un matrimonio difícil y unos hijos gemelos que querían vengar la muerte de su padre, pero murieron antes de poder ejecutar sus perversas intenciones. Incluso, santa Rita, después todos estos sucesos trágicos trató  de incorporarse al convento de agustinas en tres ocasiones pero el permiso se le negó cada vez. Sin embargo, tres santos se le aparecieron, uno de ellos san Agustín, y la introdujeron en el convento sin que las monjas supieran cómo, y la comunidad accedió por fin a su estancia como religiosa, estado en el que vivió más de 40 años.  

Lo sinuoso de este camino, concluido con éxito, radica en el amor. Sin él es aventurarse a un juego donde se puede perder el todo por ganar un capricho conducente a la nada. Ella, la santa, supo en todo momento insistir en lo más apropiado, aunque para ello tuvieran que intervenir los santos.





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