Ahora es el tiempo de sembrar



Tengo a la mano las vidas de Leonardo da Vinci, regalo de cumpleaños de mi hijo Thomas,  y la de Faustina Kowalska (1905-1938), también  regalo de un gran amigo, D. Marcelo Garza Lagüera (1934-2008), que ya estará en el cielo junto con la santa polaca, cuya biografía me ha hecho y sigue haciéndome gran bien con su lectura.

La vida del genio italiano, bien escrita, está repleta de anécdotas pictóricas desde la juventud de Leonardo hasta su muerte (1452-1519) a los 67 años. Como no soy artista, aunque me asombran sus logros,. no me mueve su vida aunque reconozco su valía en la pintura, escultura y tecnología (ingeniería militar). Llevaba consigo una especie de cuadernos donde anotaba todo lo descubierto por su agudo espíritu de observación acompañado pro dibujos y  esquemas minuciosos sugeridos por su creatividad incesante. En total se han quedado más de siete mil doscientas páginas con sus ideas,  que consideraba útiles,  en los cuadernos colgados de su cintura.

¿Entonces, por qué vida deberíamos optar a la hora de saber sobre su manejo del tiempo y la aplicación las labores propias de su estado? Conviene no perder de vista el fin del hombre, de cada uno de los que han poblado la tierra. Por supuesto, hay miles de ocupaciones en todas las culturas. Lo importante consiste en vivir la alegría siempre en el aprovechamiento del tiempo de acuerdo con la dedicación elegida, aunque no sea la más querida o remunerada. 

Se trata , como decía san Josemaría Escrivá  en la Universidad de Navarra en Pamplona en el año 1967 en el relato de la homilía pronunciada en la Misa al aire libre, en el campus: "Si no encontráis a Dios en las cosas ordinarias de cada día, no lo encontraréis nunca". 

Se trata de una especificación contundente sobre el "cómo" y el "fin propio" del hombre. Por un lado, llama la atención la importancia de no pensar en lo extraordinario para alcanzar a santidad, sino en no perder de vista lo que se lleva entre manos diariamente, en cada una. de las profesiones; por otro, la advertencia de no dilapidar cada uno de los momentos del día. Santo Tomás advierte de la gran pena de los santos ya en el cielo, si supieran la gloria destinada para cada uni de ellos y lo que realmente alcanzaron.

Ahora es el tiempo de la siembra. Las contrariedades, el dolor del camino no son sino alicientes a la llamada de fidelidad en las cosas pequeñas de nuestros trabajos diarios.





























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