La solución está en la cumbre


Este título es la traducción de la frase latina Solvitur in excelsis, frase con la que nació el Liceo de Monterrey en México y decoraba su escudo, tomada de la chimenea del escalador Mallory, primero en conquistar las crestas del Anapurna, cuyo cuerpo se perdió muchos años entre los hielos en su bajada del monte Everest.

Para qué gastar el tiempo, ese recurso único que poseemos, si bien con frecuencia dilapidamos como si fuera eterno. El tiempo discurre y con él nuestra vida, los afanes más o menos grandiosos, en donde se desprende el amor, lo más íntimo de nuestro ser, y desde donde se atisba  su valía, pues estamos comparando lo inacabable, eterno, con lo efímero.

Las obras, las de cada uno, figuran en las páginas de nuestra vida dando testimonio de su autor, y sólo las realizadas con amor, perduran; las demás, se quema como trastos viejos. Por eso, la valentía de escalar sin reparar lo abrupto del camino lleva a las cumbres más puras, donde apenas unos decididos huidos del miedo, las han horadado  con sus pisadas, mientras los ojos cansados de subir lo en apariencia interminable, sueñan por fin despiertos al ver lo dejado atrás, lo vencido.

Ahí, en las alturas, se resuelve el sentido de la vida, 


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