Por qué ayudar a los demás


Muchas veces no somos conscientes  del bien que podemos hacer a los demás. Pero con frecuencia olvidamos este principio, ocupados como estamos de sacar nuestras cosas adelante.

Lo más preciado poseído por el hombre es encontrase con un semejante salido también de las manos de Dios, una imagen suya en la tierra. Sin embargo, cuando estamos llenos de nosotros mismos, debido a los compromisos y quehaceres  nos impiden  ver la presencia de un semejante.

Podríamos establecer un plan, tal como llegar a la noche y recapacitar sobre cuántas personas, conocidas y extrañas, se han cruzado por mi camino. Luego, se puede recordar qué trato he dado a cada uno de ellos. Una sonrisa, un deseo de buen día, un lacónico hola. Todo cuenta.

Conozco a quien pasea su perro cada día. Al cabo del tiempo los saludos comienza a ser más afectuosos y, con algunos, se comienza una relación más íntima. Se va descubriendo la bondad de cada uno, y este amigo ha pensado en organizar con quienes viven en su área, comenzar una especie de curso de formación humana y cristiana en su casa. 

Es una gran idea, y vamos a esperar que tal idea se lleve a cabo pronto, porque de ahí pueden salir muchas cosas buenas, además de la amistad.

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