Perdonar
Hay quienes viven por décadas y recorren miles se kilómetros por el mundo, aunque sea dando vueltas en las plazas de su tierra natal, viendo los rostros de siempre sin olvidar siquiera un día las ofensas recibidas en el paseo. El rencor les corroe el alma y no encuentran la paz aun en el rincón de su casa con los suyos.
El problema en estos casos consiste en no saber perdonar a pesar de la desazón producida en nosotros mismos. Reconciliarse significa querer unirse con el otro para conseguir un buen fin, digno. Pero para ello, uno debe ser capaz de hacerlo, en primer lugar, consigo mismo.
La paz es la tranquilidad en el orden, y ese orden potencial comienza en el interior de la persona y libera a quien la da. No puede conseguir la paz quien en su interior runrunea recuerdos negativos creyendo siempre tener razón cuando la memoria los trae a colación.
La oración más perfecta es el Padrenuestro, enseñada literalmente por Jesús mismo. En ella se nos dice que nuestro perdón viene de la mano de saber perdonar a los demás, sin que importe el agravio sufrido. Es la condición de la paz interior y exterior.
Por eso, los países en guerra, recurren a la fuerza para imponer la paz, algo imposible de conseguir de esta manera, pues no se ve delante de sí a un semejante, digno del mismo valor como persona, hecha a "imagen y semejanza" de su creador.
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