Haz bien y no mires a quién


El bien es bueno; también el vino. Pero mientras que con éste hay que medirse, con aquél no hay necesidad de medidas.

Todo es así en la vida. Siempre debemos buscar el bien y es de suyo difusivo. Por supuesto, no se trata de poseer una cierta cantidad de él para comenzar a distribuirlo. Se trata, por el contrario, de enriquecer a los demás con aquello que, sin ser de mi pertenencia, me hace feliz su posesión. Entonces, cuantos más haya disfrutando de este bien, más felicidad haber sobre la tierra.

No es la posesión de algo lo que nos hace felices, si es bueno. Por ejemplo, el bautismo es el máximo bien y por eso se pide desde el principio ir por todo el mundo y bautizad como se debe a cada quien. Este sacramento nos hace a quien lo recibe hijos de Dios, y nadie nos puede decir que pueda haber un bien mayor que éste. Sin dar nada a cambio se nos da el don de la filiación divina, es decir, se nos confiere gratis, a todos, a los más menesterosos, la posibilidad de heredar, debido a la filiación concedida, el bien eterno que es la contemplación cara a cara, del ser de donde proviene todo ser, la vida.

Por tratarse el máximo bien, sin haberlo merecido, debe combatirse sin recelo alguno. Al contrario, se recibe gratis, y gratuitamente debe administrarse. Es tan importante este regalo que, aun en ausencia de un sacerdote se puede administrar este sacramento sin reparo de ninguna clase. Todos saben que cualquier sacramento debe ser impartido por una persona que haya recibido el sacramento del orden en la demarcación, parroquia, correspondiente. Pero se trata de hacer digna a la persona de un bien, puerta de todos los demás bienes de la Iglesia.

Por esta razón, no importa el estatus social, la pobreza o riqueza de quien lo quiere recibir, su procedencia o raza, todos pueden ser invitados a este banquete sin contemplación de clase alguna. Si bien, conviene dar a los ya mayores, dotados del uso de razón, prepararlos adecuadamente para que entiendan bien la grandeza de lo que se va a recibir.


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