Conocer sin cosas es desconocer

Muchas veces el malhumor nace de un encerrarse en sí mismos. De esta manera, se piensa, no tengo que ocuparme, distraerme, con lo que pasa en mi entorno.

Error craso. El buen humor nace de aceptar la realidad, incluso cuando esa realidad nos contraría porque no coincide con nuestros pensamientos . Debemos recordar siempre que el conocer "no es válido  si no existiera con anterioridad  a él su objeto".


Para conocer algo se precisa un concepto. Esto se logra al fecundar el entendimiento por lo real que es aprehendido. T
al adecuación es lo que le capacita concebir la esencia.

Entonces, el malhumor nace de darle vueltas a la cabeza y encontrarse al final en el mismo lugar de donde se había partido. Se siente uno cómodo pero sin avanzar un mínimo.

El hombre tiende a su fin, y si no se logra es porque se entretiene en aspectos que no lo son. Suele acontecer que al final de la vida, cuando no es arrebatada sin pensarlo, se ve un vacío sin fondo y sin saber cómo llenarlo.

Las actividades de lo ordinario, lo de cada día, se menosprecian "pensando" la poca importancia de esas tareas asignadas  por el trabajo  a realizar. Pero si se quitan o cambian, no hay otras, aunque se apliquen con el motivo de entretenerse. Eso es dilapidar el tiempo.

Estamos llamados a concluir lo que estamos llamados. La libertad consiste en ese quererlo. Los talentos que cada uno tiene es para gastarlos en esa tares conducente  al logro del fin, días o meses para algunos, años, muchos años para otros.

A cada uno se le da lo suficiente para llegar al fin previsto. El creador dejaría de ser bueno si no fuera así. Nos da todo lo necesario. En quererlo está la verdad de la vida.


































 


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