Cuando al ruin hacen señor, no hay cuchillo de mayor dolor
Este ascenso inmerecido suele darse con mayor frecuencia en la política, aunque no faltan casos también en la esfera privada.
En política, son muchos los países del mundo que han padecido y siguen padeciendo esta inmerecida afrenta. Desde los tiempos de Juan el Bautista tenemos la figura del rey Herodes y su descendencia gobernado de forma sanguinaria y arbitraria. Roma lo hizo rey.
La historia nos cuenta de cientos de arbitrariedades. Por serlo, la vida de los demás no vale nada. Ya en tiempos más recientes, durante la II Gran Guerra (1939-19452) se cuentan de las atrocidades cometidas por los nazis en tiempos de Hitler, donde alrededor de 9 millones de personas perdieron sus vidas.
No se trata aquí de relatar una recopilación de dolores sufridos por personas y pueblos enteros sino de apuntar cómo se exterminaban a los semejantes sin siquiera conocerlos por el hecho de calificarlos como "enemigos", sin importar ni la edad ni el género de las víctimas, ni su condición o raza (si bien el pueblo judío sufrió como tal la más ignominiosa de las persecuciones).
Basta con el pronunciamiento del poder sobre la inconveniencia de una persona o un segmento de la sociedad para proceder sin procesar a cuantos caigan en esa descripción arbitraria. Y por lo general esos personajes abominables, no suelen ocupar el poder por una vía democrática con un mínimo de consenso. Todavía siguen siendo casi un misterio conocer cómo personajes de características inhumanas, siguen ocupando e poder, como ocurre, una y otra vez, en tantos países de América Latina, África y Asia.
Por eso decíamos al titular esta idea, "cuando al ruin hacen señor, no hay cuchillo de mayor dolor".
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