Los medios de comunicación están perdiendo... autoridad, más

¿Cómo saber cuando un mentiroso no miente?

Mentir o pretenderlo disimulando la realidad de un hecho supone un abuso de quienes para su información dependen de las  declaraciones de los emisores de noticias.

Mientras no se descubre el engaño o la falsificación todo parece ir sobre ruedas. Pero, cuando sale a la luz la verdad, el acto de fe en la autoridad de quien afirmaba transmitir algo conocido, se desploma.

Algo así está ocurriendo con los media. Están perdiendo la autoridad. Sin investigar, sin conocer los hechos, presentan datos falsos no sólo sobre el presente, sino también sobre el pretérito. Como los hechos del pasado se alejan de nosotros en el espacio y en el tiempo, los políticos y sus voceros, siempre ávidos de sensacionalismo, revuelven las aguas tranquilas creando un lodazal.

Está de moda, por tanto, el revisionismo  histórico. Los media,  con su cobertura sesgada por las ideologías, al revolver el pasado inquietan a quienes les prestan atención. Todavía no se han calmado las turbulencias de la II Gran Guerra, y las de los "refugiados" españoles en México, por ejemplo, cuando los independentistas catalanes, y los de Escocia y Quebec, tratan de resolver la revoltura con argumentos de ayer hace dos o tres siglos, sin saber de qué están hablando. 

Los sentimientos siempre presentes en la vida del hombre, pueden llegar a ocluir la visión racional y verdadera de las cosas y ocupar la primera fila en las discordias públicas  y privadas, donde debido a la división sufre todo el mundo, desde la familia, al mundo de la empresa  y el de la política, sin avanzar un ápice siquiera en el logro del bien común.

Es una pena ir comprobando cómo se ha ido desmoronando el prestigio del que gozaba los media durante años, especialmente en la segunda mitad del siglo pasado. Las mejores plumas de todo el mundo se tenían a bien colaborar con estos medios informativos. Pero sin la verdad, la autoridad se aleja.