Consecuencias de entrevistar al Papa



Jordi Évole



Ahora el papa Francisco está especialmente de moda. Quienes lo quieren entrevistar se cuentan por docenas. Quienes logran hacerlo, ponen de manifiesto su calidad moral, aunque las respuestas, sin duda, señalan la altura de miras del entrevistado y su nivel de discreción.

Es el caso de  las entrevistas del alemán  Peter Seewald al cardenal Ratzinger y luego como papa Benedicto XVI, las de Jordi Évole, periodista español de la Cadena La Sexta, y, hasta hace poco, justo después de conseguir la entrevistar con el papa Francisco, encargado del programa Salvados, y las de Valentina Alazraki, periodista mexicana, corresponsal de Televisa ante la santa Sede. 




Valentina Alazraki





Además del oficio de periodista, los tres tienen en común el ser "católicos", con diferentes matices. Seewald,  era un católico venido a menos durante los años de las revueltas estudiantiles del 68, asociado a las ideas marxistas comunistas. Évole se confiesa "incrédulo", distante de la fe, proveniente de una familia, especialmente su madre, católica, pero insistió en conseguir esa entrevista. Alazraki aunque de padre judío, tenía una madre católica y afianza su fe especialmente durante el papado de Juan Pablo II, si bien dice ella haber querido ser "monja misionera" en algún momento de su juventud.  



Peter Seewald


En lo tres caos, se da el elemento común de ser "atraídos" por la figura de los pontífices en el ejercicio de su profesión, aunque por razones distintas. Y los procesos de la entrevista y las consecuencias también lo fueron.

Seewald, animado por la seriedad de su preguntas, de donde salieron tres libros (La sal de la tierra; Dios y el mundo; y, Luz del mundo) somete a Ratzinger y Benedicto XVI preguntas genuinas, dudas personales, y aspectos controvertidos de la fe católica contemporánea. La hondura de sus cuestionamientos puede apreciarse en la edición milenaria de estas obras. Pero, sobre todo, Peter Seewald recobra la fe de su pasado y la alegría por la honestidad de su relación con el pontífice. 

Jordi Évole, regatea durante su entrevista con el papa Francisco con preguntas de "banqueta" (rifirrafe en la acera para situar al pontífice en una tesitura controvertida), a pesar de haber acordado antes con los encargados de la Oficina de Prensa los remas de la entrevista. El periodista trata de salirse del guión y el Papa se lo recordó en más de una ocasión. Más que aclarar asuntos trata de lucirse a costa del Papa. La consecuencia de esta entrevista para este hombre sin fe, que no busca recobrarla, fue encerrarse en el cuarto de baño al concluir, derrumbado, durante 15 minutos, según él mismo comentaba después en otra entrevista.

Valentina Alazraki se muestra un tanto ácida en su relación durante la entrevista con Francisco. Aborda algunas cuestiones controvertidas, ya aclaradas por el Papa en otras ocasiones, y se echa de menos un tanto de amabilidad, de esa amabilidad demostrada por la periodista mexicana, por ejemplo, en sus entrevistas con Juan Pablo II, con quien le unían lazos de afecto cultivados durante dos décadas en ese centenar de viajes acompañándole por el mundo entero. Diríamos que el status de su fe, parece no haber sufrido variaciones a raíz de esta relación con el Papa, o al menos ella no lo ha manifestado, como sí lo hizo con su antecesor.

Por supuesto, la calidad de la profesión de  periodista no se mide  tomando el pulso de la fe después de una o varias entrevistas con el pontífice en turno de la Iglesia católica. De hecho, las personas cuyo camino se encontró con el de Jesús, tuvieron consecuencias muy diversas: desde la aversión y el odio extremo hasta la conversión más genuina y el amor manifiesto, pasando por la indiferencia de los incrédulos.

Algo así ocurre hoy con las personas que se encuentran con los papas: conversión, neutralidad e indiferencia y deseo de obtener una ventaja personal dada la condición del entrevistado.

















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