¿Ganar el juego es lo más importante?


Ganar un juego en un torneo clásico puede parecer importante no sólo para los participantes sino para los aficionados presenciales al ver su opción favorita erigirse con el triunfo. Desde luego, no se le puede restar importancia cuando esto ocurre.

El viejo dicho, Lo importante es participar, no ganar, puede ser un consuelo para quien pierde frente a un campeón, no importa qué disciplina, pero no suele convencer a nadie, y nadie se acuerda de los finalistas excepto del que gana. 

San Pablo pone de manifiesto justo lo contrario: Corred de tal manera que ganéis, aunque sean muchos los participantes. Se refiere a la carrera al cielo. 

Sabía muy bien este personaje de la valía de esta competición, la más importante de la vida. Todo lo demás se subordina a este reto, es decir, vale en la medida de su contribución a este logro definitivo.

Otra manera de decir lo mismo, ha prosperado en la advertencia dada por Íñigo de Loyola al estudiante navarro y primer seguidor de sus enseñanzas, cuando en París le dice al exitoso joven en lo académico y en la vida social: ¿De qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?

Se ha extendido la creencia de que todo es negociable en esta vida. Quizá sea cierto en ciertos lugares y en ciertos temas. Pero la suerte final en la otra vida, no se puede negociar. Es para siempre. 

Por eso, a quienes pasan a nuestro lado en esta vida, deberíamos recordarles este principio inalterable, si de verdad los queremos.




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