El nacimiento de un río y su caudal inmenso al desembocar en el mar



Cuando uno pasea por el campo y al contemplar la corriente de apenas un riachuelo, 
no se puede imaginar a una desembocadura de ese diminuto caudal en la ribera junto al mar. Por eso, juzgar de los comienzos de una empresa, de la vida misma, no puede presentarse como algo definitivo. Una criatura recién nacida, es apenas el principio de un curso casi imperceptible de, quizá, grandes logros. Sin embargo, las apariencias engañan y pudiéramos tachar de insignificante las vidas de José y de María en Nazaret,  un pueblito de apenas un centenar de habitantes, alejado del centro, de Jerusalén, a más de 150 kilómetros, por la distancia y por su modo de hablar.

Creo que no meditamos suficientemente en la grandeza escondida en las cosas pequeñas. Por ejemplo, un saludo amable a quien pasa a nuestro lado; interesarnos por sus cosas, movidos no por un afán de curiosidad sino por el interés de quien se preocupa y quiere a sus iguales, a sus semejantes.

La vida al nacer se resiste a un abrir los ojos para familiarizarse con su entorno. Encerrado en sí mismo, la criatura espera a su debido tiempo para ver. Lo contrario ocurre a la persona adulta. No se cansa de mirar en busca de no se sabe qué, y se tropieza tantas veces con lo indebido en el moverse, en el vestirse, en las luces artificiales para ver de noche escenas deplorables.

Guardar la vista, por ejemplo, supone la guarda del corazón, y cuantas vidas se destrozan por dejarlo suelto, a la buena ventura.  Del corazón desatado sale cuanto apaga la luz de la inteligencia impidiéndonos así formar la palabra adecuada con la verdad de las cosas. Es el espectáculo de lo visual. Es de ahí donde nace la palabra ociosa, indiferente a la verdad de las cosas, y de lo que están llenos de vacío los medios de comunicación.

Admirar las cosas en su realismo, en su pequeñez incluso, nos permite adecuarnos a la realidad de las cosas, y acercarnos a su verdad para así encontrar el camino adecuado a nuestro fin, aunque nos parezca inusitadamente pequeño.










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