Suicidio es quitarse la vida y, antes, vivir en el cruel absurdo conducente a ello


El suicidio en el mundo sigue creciendo en especial entre los jóvenes.También el porcentaje de fieles de unos cuantos países  tradicionalmente católicos  que asisten a la Misa dominical sigue bajando. El consumo de drogas, imparable, a pesar de conocerse sus efectos nocivos. El divorcio se ha instalado ya como una posibilidad en la mente de quienes se casan, y va en ascenso en todos los países. El aborto no cesa y se discute públicamente como parte importante de las campañas políticas, tal como se sostiene en Estados Unidos.

Es decir, el matrimonio, la familia, la moral y  la espiritualidad, la convivencia pacífica en la sociedad, la prioridad de procurar un trabajo que contribuya al bien común, son algunas de los aspectos esenciales que se descuidan e impiden llevar una vida digna. ¿Quién podría entonces prestar atención a las propuestas de un país prohibiendo y castigando a los ciudadanos por tener más de un hijo, y, ahora, obliga a ampliar la fecha de la jubilación a más de 75 años porque no tienen brazos suficientes para mantener su economía?  No cito el país para que no se sientan libres de culpa quienes todavía no han llegado a este límite de sin sentido, pero caen en todas las aberraciones que impiden llevar una convivencia sana.

La libertad, por ejemplo, un gran don recibido por el hombre desde su inicio, no se entiende y se pretende haberla inventado a finales del siglo XVIII, en medio de los desastres causados por la Revolución francesa.    ---y así se enseña en escuelas y se acepta en los parlamentos de la política---. Por eso, el hacer lo que a uno le viene en gana, se enarbola como el paradigma de la libertad, evitando encarar la obligación de considerarla como el recurso de la voluntad para encontrar el camino que nos conduce al bien.

Derivados de estas concepciones surge en buena parte el desorden que nos aqueja desde que desoímos la voz clara y potente de la conciencia recordándonos por quien quiso crearnos los principios de conducta para ser verdaderamente libres y encontrar la final la felicidad ansiada por todos.

Las cosas no son así porque nosotros queremos, sino que obedecen a un plan diseñado desde el principio para nuestro bien. ¿Qué ser inteligente  se lanzaría a sacar de la nada el universo entero sin haber sopesado y definido el fin concreto de cada uno de los seres que lo llenan?

El absurdo se ciñe rápidamente sobre la faz de la tierra cuando no se respeta el misterio encerrado tanto en las cosas pequeñas como en lo grandioso de la vida. Pero no, se quiere por muchos seguir el camino que a ninguna parte lleva: el absurdo.


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