Let it be...


La canción de los Beatles Let it be (1970) tuvo un origen peculiar atribuido a un recuerdo en sueños de Paul McCartney sobre unas palabras de su madre Mary, cuando apenas tenía 14 años: Let it be. Traducida al español, cierra así el final de la  primera estrofa de la canción:

Cuando me encuentro
en momentos de problemas
la madre María viene a mí,
diciendo palabras de sabiduría,
Déjalo estar (Let it be).
 

Esta hermosa letrilla nos puede servir para otros propósitos referidos a María, nuestra madre la Virgen (algo que no le importaba en absoluto a su creador McCartney, al contrario,  según comentó en alguna ocasión). Y nos viene a la memoria la frase de san Ireneo cuando nos recordaba que "lo propio de Dios es hacer, y lo del hombre dejarse hacer". Es decir, esto sería el abandono, pero "depende de nosotros el que lo haga todo",  como les decía un viejo capellán a sus monjitas.

La clave de este entuerto está en la humildad, ese pensar que éso lo puede hacer solo. Y no, nada hay que podamos hacer por nosotros mismos, por mucho que nos aplaudan quienes  escuchan nuestras ocurrencias. Se trata de la conversión del corazón, un itinerario silencioso y a veces largo. Se trata de dejarle hacer  a Él, despreocupándonos de la acogida, del impacto de nuestras acciones.

Debemos reconocer nuestra impotencia para escalar las cumbres de la santidad. Por eso, el let it be suena bien en esa escalada: dejarle hacer a él convencidos que solos no podemos. Entonces, nuestra inseguridad se convierte en fortaleza: Sí,  let it be.






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