Querer más riqueza


Hace un par de semanas, el 22 de agosto, se hundía en menos de un minuto el yate Bayesian en Poorticello, a pocos metros de la costa de Sicilia. En el lujoso yate de 40 millones de euros, viajaba el multimillonario empresario británico Mike Lynch de 59 años y su familia.
Cuesta asimilar esta tragedia.  

No sé cual sería el resultado de una encuesta preguntando sobre si les gustaría poseer la fortuna de este empresario. Quizá los más jóvenes asentirían con más frecuencia a la propuesta. No  sé si la inexperiencia les llevaría a desear la irresistible ocasión de poseer el mundo por medio de recursos materiales.

Quien parecía poseerlo todo y acababa de ganar una importantísima victoria legal a los Estados Unidos después de años de inacabables demandas y pleitos perecía en su camarote a las 5 de la mañana en las aguas del Mediterráneo.

Nadie sabe de su suerte final, la que de verdad cuenta. Poseerlo todo aquí suele ser con frecuencia un lastre para emprender el vuelo. La llamada santa de Calcuta, Teresa, se sentía liberada al sentir su pobreza en las calles de la India cuidando enfermos terminales y contagiosos. De esta manera sentía mejor la necesidad y la presencia de Dios. Sin tener nada alcanzó en la tierra el Premio Nobel de la Paz al apuntar a sus coetáneos el camino conducente a ella, el de la tranquilidad en el orden social y del espíritu.

Da pena ver a quienes parece poseerlo todo, como sería el caso de Rusia, con inmensas estepas inexploradas, hacer la guerra a otro país para quitarle un trozo de su tierra. Nos recuerda al rey de Samaria, Acab, que quiso poseer el terreno de Nabot junto a su palacio, lo único que tenía, por medio de Jezabel, mujer del soberano. El profeta Elias, por encargo divino, le revela al rey la muerte de su mujer cuya sangre lamerían los perros y la suya propia, según se cuenta en el Libro primero de los Reyes. 

Por supuesto, no queremos hacer un paralelo de la vida de Mike Lynch con la del rey Acab. Pero suele suceder en este mundo que quien mucho tiene quiere más, sin darse cuenta de que los días de vida están contados y no dependen de su fortuna personal.

Vemos así como la tragedia también llega a las puertas de los poderosos, personas o países, sin que los recursos materiales puedan ponerles freno alguno.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo difícil de ser abuelo

Un mundo sin descanso..., cuando falta el fin

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio