Un mundo sin descanso..., cuando falta el fin


El cansancio no se da sin querer, y se produce aunque usted no lo quiera. 
No se trata de una paradoja, pues resulta de observar el día a día de ia realidad. La gente no para en su devenir por este mundo. Los padres, al obrar así --ahora explicaremos cómo-- enseñan a sus hijos el modo de conducirse en esta vida, sin dar muchas explicaciones al respecto.

Desde luego, en el mundo de hoy se hacen muchas cosas, pero quizá se nos olvida lo más importante. Esta aseveración nace al leer un comentario del Evangelio, dichas por Jesús a la hermana de su amiga Lázaro en la ciudad de Betania cuando estaba preocupada por el quehacer de preparar la cena de sus invitados mientras su hermana María pasaba el tiempo sentada escuchando al Maestro: Marta, Marta, te preocupas por muchas cosas, pero "sólo una cosa es importante".

Cuando un padre de familia llega a su hogar después de un día de trabajo, posiblemente saluda a los suyos con un discreto ¡hola!, y apenas se quita el atuendo propio de su labor, da un notable suspiro y se sienta a ver la televisión, acompañado de una bebida refrescante, una cerveza o una copa de vino.

Los hijos observan a su padre sin decir palabra. Están acostumbrados a dejar el sitio libre, en todos los sentidos, a su padre, para no molestar a quien es el dueño de la casa. La esposa le pregunta por su día de trabajo, y el marido se limita a dar una respuesta lacónica, indicando con ello que lo dejen en paz.

Hay ciudades donde para  ir y venir al lugar del trabajo lleva horas, en medio de las calles con un tráfico agobiante. Por eso, al llegar a casa, no apetece en absoluto escuchar a los demás, pues ya día ya ha consumido lo mejor de uno haciendo, aclarando, discutiendo sobre asuntos verdaderamente importantes de la dedicación profesional de cada uno.

No le falta razón a quien así piense y lo lleve a cabo tratando de descansar a su manera. Pero, si regresamos a la cita del Evangelio, nos advierte, por mucha razón que tengamos en nuestros designios personales, y en la ocupación del llamado tiempo libre, que "sólo una cosa es importante".

Y esa "cosa importante", sólo una, debe ponernos en "relación" (el hombre es un ser en relación) con los demás: la esposa, los hijos, interesándonos por su estado afectivo, emocional, sus pendientes, sus logros del día a día, pero, en primer lugar se  debería reservar un espacio para dialogar con Dios, nuestro creador, quien nos ha puesto aquí e este mundo con un fin concreto. Ninguno de nosotros somos fruto de la casualidad; más bien, somos  causalidad, hechos para convivir  y ayudar a cada uno, comenzando por los más cercanos, a encontrar su razón de ser. Esto es lo importante. 

Porque, como le recordaba san Ignacio de Loyola a su compañero de estudios en la Universidad de París: ¿De que te sirve ganar todo el mundo si pierdes tu alma? Esta es la cosa importante en todas las cuestiones de la vida donde se cobra el sentido..




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