El calor del verano..., no es infernal aunque mucho apriete


Más de 1.300 personas han fallecido en España en estos días veraniegos a consecuencia de la ola de calor reinante en casi toda la península. Algunos han ido en busca de ríos y playas para refrescarse, y perecieron ahogados. Otros, buscando una sombra fuera de casa han sufrido un colapso por resistir sin apenas una sombra con aire fresco donde cobijarse. Algunos lo llaman "calor infernal".

Con razón califican de mala a estos golpes y agobios producidos por el calor. Malo, porque incluso mata. Por eso le llaman calor infernal. Pero, ¿cómo calificaríamos a ese otro calor, no como una ola pasajera, que no mata y dura para siempre?

Los cuerpos ardiendo se vuelven blancos en un  mar de fuego sin reposo. Lo peor de este estado de cosas, donde se abrasan y rechinan los dientes de quienes van a parar en este abismo, es la soledad acompañada de sufrimientos sin límite, dados a los hombres por elección personal. El hombre, creado para la felicidad en relación, se encuentra solo y abrasado por su decisión de alejarse de Dios. No importa que haya millones de seres sujetos a tal suplicio; se sufre en una soledad sin remedio.

Son las consecuencias del prescindir de Dios. En el purgatorio las llamas son reales, pero tienen sentido porque van borrando la pena por las ofensas cometidas contra su creador, y tiene el tormento un final y un encuentro con la felicidad pues antes de morir hubo un arrepentimiento de la mala vida llevada. Pero en el ambiente infernal se sufren las consecuencias de no haber querido saber del camino que llevaba a la felicidad y  ver cara a cara a quien dispuso dar el ser  a su imagen para así poder entablar una relación de amor con él. 

Estar sin Dios es terrible, incluso en esta vida, porque se pretende en su ausencia sustituirlo por algo hechizo a la imagen de uno,  y se produce un lleno de vacío. Por supuesto, quien todo lo puede sin límite alguno, por ser omnipotente, pudo haber creado a un hombre "impecable", incapaz de cometer pecado alguno, pero eso resultaría completamente fuera de lugar porque quien es Amor quiere ser querido por lo que es, en libertad. No se puede amar a la fuerza. De ahí el don, el regalo de la libertad al hombre que, nacido del amor, se le otorga el poder de agradecer  lo que es, salido de la nada, al darse cuenta del don recibido, algo inalcanzable por sí mismo, pues nada era. Hay que decir entonces, ¡gracias!, y repetirlo muchas veces. Eso es todo.

No querer corresponder  con agradecimiento a quien ha querido ser querido libremente, impide una relación de amor, y a sabiendas del riesgo de que la libertad podría encaminarse al mal, así lo quiso en su infinita sabiduría. Quizá por tal motivo, Dios quiso redimir al hombre de su culpa original y de todas las demás obras en su contra, pues  esa libertad se apoya en los pies de barro del hombre creado.

El calor de verano nos ha traído hasta aquí,  esperando dar las gracias por tanto bien recibido de alguien que nos quiere de verdad a pesar de los pesares. Y queda lejos de ser calor infernal....

 



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