La limpieza de la casa


Vivir en una casa limpia es un deseo general de muchos ciudadanos. Pero limpiarla de vez en cuando, a fondo, no siempre se acaba cumpliendo. Todos los días un poco es una buena consigna, si bien, algunos de los sitios  deben cuidarse cada día.

Cuando la lluvia cae con fuerza, se escucha de forma especial su golpeteo en las mamparas de vidrio de la casa y en los varios de las ventanas. Ríos de agua corren enseguida por las calles y apenas nadie circula por las avenidas del lugar. Por un momento, todo que limpio, y al cesar el chaparrón se pueden ver los problemas dejados por el impacto de la corriente. Hojas, barro y residuos ajenos casi han tapado las rendijas de las coladeras y si no se está al pendiente de estas alteraciones se pueden anegar patios y terrazas con el peligro de que las aguas se cuelen por algún resquicio y dañen el interior de la vivienda.

Creo que todo es así. Cuando las tentaciones se mueven en la mente y el corazón de la persona, se oye su insistente golpeteo en todo el edificio llamando a prestar atención a las demandas de la vista o las insinuaciones de la carne clamando por sus derechos como si todo les perteneciera. Corren las insinuaciones de una a otra parte del alma insinuando la urgencia de prestar atención a sus reclamos, y una corriente de llamadas corren por todo el organismo sin cesar con apariencias de causar una ruina si no se atiende la demanda.

Hay que recurrir a una ayuda urgente a quien nos conoce y sabe mejor que uno e ir y venir de estas insinuaciones molestas. El custodio de cada alma está ahí esperando nuestra respuesta a esa gracia que nunca falta y nos invita a saltar con fuerza fuera de nosotros mismos y seguir nuestras demandas con toda la fuerza permitida por la presencia del huracán. 

Estos remolinos de ansiedad  se calman aunque siempre queden al acecho de nuestra voluntad, a veces cansada de tanta injerencia con fines mortales. Siempre se puede recordar la respuesta a las quejas de San Pablo ante las asechanzas diabólicas, diciendo: ---Mi gracia te basta. Y así es. La lluvia cesa y se claman los vientos producidos por las pasiones, y se puede alentar a quienes pasan por lado, el no ceder a tales demandas que quiere sumir a la persona en la desesperación.

Es verdad. La gracia basta para mantener la calle limpia, sin peligro para la limpieza de  casa.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo difícil de ser abuelo

Un mundo sin descanso..., cuando falta el fin

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio