¿Por qué las prisas si ya llegó la "plenitud" de los tiempos?
Se nos acaba el tiempo. Claro, esto siempre es verdad, pero no sabemos cuándo será definitivo para cada uno o para todos.
Se lleva jugando con esta idea desde hace dos mil años, cuando se había anunciado la llegada de la "plenitud de los tiempos", justo en el momento de la concepción del Salvador del mundo, en una mujer, casi niña, nacida década y media antes, cuya fiesta se celebra el día 8 de septiembre.
El tiempo es la "variable" más socorrida desde el inicio. Aparece en todas las apreciaciones y fórmulas de los físicos y en las de las bujerías. También los atletas se empeñan en batir los récords dejados por otros. La constante de nuestros días es, precisamente, la lucha contra el tiempo.
¿Qué significa, entonces, "plenitud" cuando se refiere al tiempo? Significa sencillamente que quien es "eterno" ha venido a morar entre nosotros. Es la señal dada desde el principio: Enmanuel es el Dios-con-nosotros. Y el que no cabe en el universo, se adentra ahora en el seno de una virgen madre.
No cabe en la tierra un mayor honor, ni una suma grandeza que rebase a esta "plenitud".
¿Ya qué podemos hacer? Esperar. Con la "plenitud", ha llegado el tiempo de la "esperanza". Porque todavía tenemos tiempo.
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