Ahora sí: Ya viene el fin del mundo
No cesan de oírse frases como esta: El fin del mundo es inminente. La frase, dicha así, siempre es verdad. Y dependiendo de quién la diga, tiene mucho eco.
Es cierto. Ese fin del mundo puesto de relieve desde hace dos mil años en el evangelio de san Juan, significa más ese estar preparados porque "no sabemos ni el día ni la hora", un matiz ineludible para quien él fue su discípulo amado.
La verdad de estas frases radica en el "tiempo". Como todo en esta vida se acaba, el tiempo también tiene su límite. Tuvo su principio, y tendrá su final. Por eso, siempre se acierta cuando se pronostica su fin.
Pero es muy interesante lo ocurrido justo al escribir estas líneas. El mismo 19 de septiembre, y aproximadamente a la misma hora, 13:05, la ciudad de México y otras partes del país, sufrieron un seísmo de 7.7 de magnitud. Aquel terremoto de hace cinco años se vuelve a repetir hoy, aunque no tan devastador como el ocurrido en el mismo día de 1985.Tres sismos en la misma fecha.
El de hoy causó gran confusión en la ciudad porque, precisamente, alrededor del mediodía se dio el aviso del simulacro de sismo, un hecho planeado para que todos los alumnos de los colegios, trabajadores y vecinos dejen sus instalaciones, oficinas y domicilios, a manera de ensayo, para saber qué hacer cuando se produzca uno real, cosa que ocurre con cierta frecuencia. Pues bien, hoy se juntaron las dos cosas. Sonaron las sirenas en toda la ciudad para anunciar el simulacro, y miles de personas, pacíficamente, habían abandonado sus lugares, y esperaban en las calles el tiempo oportuno antes de regresar. Pero antes de finalizar el ensayo, sonaron las sirenas con los mismos sonidos, anunciando, ahora sí, un sismo real, segundos antes de su aparición. Muchos no sabían qué hacer, debido a la proximidad de los avisos dados por las llamadas de las sirenas, si se trataba de un nuevo ensayo se trataba de algo real.
Al empezar a escribir estas líneas, no tenía ni idea de estos sucesos. Pero el aviso ocurrirá de manera similar. Sin esperarlo de ninguna manera. Habrá quienes al experimentar la sacudida interna que les dejará "ver" su vida entera, tratarán de quitarle la importancia debida. A otros, sin embargo, les valdrá para arrepentirse, antes de que llegue, ya sin remedio el castigo final.
Pero no sabemos cuándo.
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