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Mostrando entradas de octubre, 2025

Seguir el camino hasta el fin del mundo

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No sé si eres o has sido aficionado a la montaña, y has tratado de escalar la cima de algunas de ellas. Nunca antes habías estado en ese lugar, pero su sola presencia. después de lo que te habían contado, impresiona. La primera advertencia es no intentar subir solo. No es raro sufrir algún percance durante la escalada y, aunque no sea grave el percance sufrido, pudiera haber sido. Entonces, en esas condiciones, se requiere de ayuda. Ocurre lo mismo en la vida interior. Incluso en las faltas pequeñas conviene contar con el acompañamiento de algún amigo, un compañero de camino que conozca los remedios de cualquier caída, por pequeña que sea.  No conviene dejar que el tiempo pase sin poner remedio al incidente. Desde el cansancio producido por la subida, o la falta de ambición para lograr la meta debido a las condiciones del camino o del ambiente, se requiere de un tratamiento adecuado para seguir en forma. Muchas veces, bastará con recibir una palabra de ánimo de quien ya te conoce o...

Con la vara que midas te medirán

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No se puede andar en la vida como si fueras el rey. Incluso el rey, cuando la vida  se acaba, va a parar donde cualquier otro, bajo un trozo de tierra o aunque fuera bajo la roca fría de un mausoleo. Nadie se escapa, ningún humano, de salir airoso en el momento clave de la muerte. Esta realidad se escenifica de modo magistral en algunas películas. De forma excepcional se ve en la obra de Ridley Scott, la  película Gladiator donde la trama es verdadera pero no los personajes épicos. Por ejemplo,  Cómodo no mató en la vida real a su padre Marco Aurelio, ni tampoco hay un  Máximo con quien se encara en una lucha personal, y ya llegado a  emperador  romano, causante de mil aberraciones y tragedias  acaba su vida en en las manos de un soldado, Máximo,  convertido en  gladiador. La muerte escenificada de Cómodo, delante de miles de ciudadanos romanos en el circo romano, supone un acto humillante a quien se burló mil veces de la vida de tantos ciuda...

El bien no se suele conocer hasta que es perdido

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Se llora la muerte de los padres, la de un amigo, la de un cónyuge, la de una persona cercana por algún motivo. La muerte es una desaparición definitiva. Pero, ¿qué pasa después de la muerte? ¿Es cierto que se acaba todo con ella? No,  después de a muerte viene la vida. Nada se acaba; se transforma. Veamos. Nosotros tenemos la ventaja de haber vivido después de la muerte de Cristo. Con sorpresa vemos que la muerte no tiene la última palabra. Jesús al tercer día resucita y se aparece a los más íntimos: las mujeres que solían acompañarle, a los apóstoles, a Caifás y su amigo cuando ya, decepcionados, se marchaban a otra tierra. Jesús vive, y según sus palabras, va a permanecer con nosotros "hasta el final de los tiempos". Mientras, son miles los canonizados por la Iglesia después de su muerte, garantizando así la estancia definitiva de su alma para toda la eternidad. En las apariciones de La Salette, Francia, la Virgen se aparece llorando, en 1846, desconsolada, a...

Casa no hará quien hijos no da

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Se cuentan muchas historias, si bien no todas ciertas. Lo cierto, sin embargo apunta a los países que sin descendencia se hunden. Cada vez menos son quienes se casan, y si lo hacen olvidan el fin del matrimonio. Se busca sólo gozar, y apenas sin darse cuenta, ya se pasaron los años de procrear. Ella y él, muy dedicados a buenas labores, pero éstas absorben y dan siempre qué argumentos darse, para luego dar, por qué se posterga la traída  de los hijos si para ello está el casar.  Todo se puede hacer: tener y educar a un hijo, y darle su lugar a ese empleo que, sin duda, trae bien a la familia. Pero si deja correr el tiempo, suele llegar el límite de concebir y se suele lamentar. Cada cosa a su debido tiempo. La vida no es algo producido por el hombre. Dios es el señor de la vida y la da cuando quiere. Muchos son quienes usando la unión matrimonial sin cortapisas de tipo alguno, no pueden procrear. La unión conyugal, en este caso, es necesaria pero no su...

¿Qué significa ser pobre? (A pobreza no hay vergüenza)

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Ser pobre significa amar lo que se tiene. En muchas ocasiones la pobreza consiste en amar las carencias. No se trata de posesión; se trata de amor. Este es siempre el detalle en nuestra relación con las cosas relacionadas con Dios (y con los demás).  En este caso se trata de amar las carencias. Sí, se pueden amar carencias, porque son, en cada caso, lo que se tiene. Puede ser, tan sólo un caso de falta de lo necesario para vivir al día, o, por ejemplo, también puede ser, debido a la enfermedad, la  carencia de salud.  En estas condiciones, la falta de lo material o espiritual (las fallas o caídas en nuestra vida personal, que pueden suponer una fuerte sacudida interior) nos deben empujar a pedir eso que nos falta, con la completa seguridad de que Dios sabe muy bien de nuestra situación.  El santo de hoy, popular por todo el mundo durante siglos (desde el XII hasta ahora), Francisco de Asís, es un ejemplo de como aprendió vivir la po...

No aflige mucho el perder aquello que poco cuesta

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Es una triste cosa pasar por la vida como si todo diera igual. Y peor todavía pensar que el dinero y las posesiones materiales son lo verdaderamente importante.  Sería degradante ir a la conquista de uno de los ocho mil de altura y minimizar el reto para quedarse en cualquiera de las llanuras del altiplano pretendiendo que con eso es suficiente y apto para alardear de haber estado y conquistado las crestas del Himalaya. Lo pequeño esconde lo grande, como nos recordará santa Teresita (1873-1897) cuya fiesta celebramos hoy, y así, sin vanagloriarnos de nuestras conquistas, descubrimos el hacer por amor. De esta manera, esta pequeña santa, sin proponérselo, sin salir de su pequeño convento donde era menospreciada con frecuencia por sus  hermanas carmelitas, fue nombrada patrona de las misiones , junto con el gran santo navarro del siglo XV, Francisco Xavier (1506-1552), cuyas andaduras le llevaron a la India, Japón y a las costas de China. La grandeza de las ...