Para seguir el camino bueno, el que conduce al fin


Cierto caminante, joven, sin rumbo definido, hacía recorridos largos con el fin de perder peso. Sin embargo, no era constante en sus caminatas y sus kilos de más no acababan de redituar lo esperado. 

Un día, se encontró con otro paseante y le preguntó por qué daba también sus paseos. Le contestó, sin darle importancia, sobre el propósito de su vida: --Quiero aprender a llegar al fin con alegría. 

La cara de sorpresa del interlocutor debió ser notable, y naturalmente le preguntó a qué fin se refería. Sin inmutarse, le respondió: --Ya tienes edad para saber la razón de ser de tu vida, igual a a de todos: aquí estamos para ser felices.

--¿Por qué entonces hay tanta gente infeliz?, se atrevió a querer saber una razón de peso, sobre algo tan fundamental, de lo que no se suele hablar ni siquiera con los amigos. --Es el querer, le dijo el paseante inesperado. --Pero, ¿cómo un algo tan querido por todos como lo es la felicidad, se desconoce?, le contesto el joven. 

--La respuesta a este cuestionamiento viene dada por uno mismo, querido amigo.       Si quieres ser feliz, debes seguir el paso de quien es la felicidad misma. No puedes ir a tu paso y pretender ser feliz, cuando tu no tienes ni sabes de esa felicidad. No se trata de discurrir sobre ella, pues no sabes de ella. Se requiere de ciencia. Es un don.

Como se trata de un don, hay que pedirlo, a sabiendas de obtenerlo si se pide sin dudar. En definitiva, la fe es eso, pedir eso que se quiere, pues se sabe que lleva al camino al ir comprobando bajo las apariencias sensibles de las cosas, las realidades espirituales. 

La fe no se consigue a base de argumentar con la razón para ir descubriendo sus vericuetos a base de especular. No. Se trata, por el contrario, de una intuición contemplativa sin roce alguno con la razón; más bien, estamos en medio de una contemplación del entendimiento, un regalo sin duda de aceptar lo obtenido sin los recursos de la teología como único medio de nuestra unió con Dios.

En fin, los efectos en el alma son adecuados a lo que cada uno necesita, con la claridad necesaria para vivir una vida mostrada en un conocimiento gratuito que conduce al verdadero fin, sin lugar alguno para la duda.

















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