La guerra acaba con las personas y las cosas, pero no acabará nunca si falta el amor
Todos hemos experimentado la cercanía que se produce entre personas y cosas cuando anda de por medio el amor.
Quedarse en el umbral de la destrucción causada por la guerra y el odio entre personas y naciones a nada conduce . Llamar a un resultado así con el nombre de victoria porque se ha conseguido paz en el campo de batalla, supone ignorar la exigencia de "tranquilidad en el orden" requerida para nombrar como paz al resultado de una relación entre los hombres.
Resulta inverosímil invocar el amor continuamente en la literatura, en las producciones cinematográficas, como la mejor manera de alcanzar un final feliz, y no cesar de abonar el campo de las relaciones humanas con la simiente de la envidia, la desconfianza, la venganza y la traición cuando se intenta el acercamiento a los demás.
Las tristes experiencias vividas en la historia de todas las épocas, desde el asesinato de Abel por su hermano Caín hasta la muerte del emperador Francisco José, causa de la primera Gran Guerra, placebo de la Segunda, nos dice de la falta en toda la educación de los tiempos pasados y presentes, de cultivar todo aquello contribuyente a la unión y sopesar como improcedente el afán de hegemonía a costa de los más próximos, comenzando por las diferencias en el seno de las familias.
No se ponderará lo suficiente el valor básico de la familia en la sociedad, pues de su firmeza en el amor depende la estabilidad social. El conocido premio de la Paz concedido a una sola persona, se debería otorgar con una mayor duración y visibilidad a varias persona e instituciones para resaltar su contribución a este tan necesitado ingrediente de la convivencia.
Incluso, este galardón o algo similar se debería cultivar en cada una de la provincias de la tierra, a modo de los concedidos por los "Óscar".
En fin, no se me ocurre ahora cual sería la manera amás eficaz de contribuir y fomentar la paz de las naciones, pero siempre ha sido un buen consejo fomentar el buen ejemplo de las personas para lograr una convivencia digna de tal nombre.
Quizá la tan popular "paloma" de Picasso debería anidar un pco más en la referida al escuchar la voz de la del Espíritu Santo.
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